Es un hecho que la
educación de los habitantes de una nación, beneficia en corto, mediano y largo
plazo los servicios sociales, culturales y de salud, por lo que no hay duda que
la educación es el futuro, de ahí que los gobiernos buscan que los sistemas
educativos tengan el nivel de desarrollo que logre que el alumnado obtenga los
mejores puntajes, aunque cabe analizar si con ello se logra garantizar la
utilidad de lo que se aprende.
Menciono esto por que las
escuelas, buscan a los alumnos con mejores calificaciones y se hace de lado a
todo aquel que no se encuentre al menos dos puntos arriba de la media, quien
este abajo, simplemente no merece mucha atención, aunque se piensa que quienes
logran la excelencia, a pesar de ser lo deseable, no requieren mucho apoyo.
Pero, estos, los niños excelentes, el sueño de todo padre, la meta de todo
sistema educativo y por supuesto, el blanco de las inversiones, cuyo valor es su peso en oro, no han logrado
encontrar un sistema 100% fiable que permita que todo el estudiante encuentre
ese camino de la perfección y que quienes tienen el don, se mantengan en la
escuela, a pesar de que independientemente de la etiqueta que se le ponga, no
dejan de ser niños y de tener derecho a
la educación.
Sin embargo, hablando del
talento o la sobredotación, aun cuando
toda familia quisiera que sus hijos tuvieran algún talento o algo de
genialidad, hay que mencionar que no son como se les pinta, pues si bien sus características
les hace pasar al lado derecho, a veces extremo de la curva normal, esto les
pone en el rubro de la educación especial, y dependiendo de sus capacidades les
será más o menos difícil la adaptación al medio (Marland, 1972; Fenstermacher & Richardson, 2005).
En este sentido algunos
están más adaptados a retener información, como es el caso de los niños diagnosticados
como Savant que son parte del espectro autista y pueden ser encontrados en esta
categoría, algunos de ellos pueden
retener gran cantidad de información, como fechas, números o canciones (Winner,
1998), y también están lo que se puede decir, que tienes habilidades de
realizar múltiples tareas. Un ejemplo es cuando se lleva a un niño al museo y
es capaz de reproducir con lujo de detalles todo el recorrido, incluyendo los
comentarios que hizo o escuchó, los colores que cada objeto incluyendo detalles
que solo unos cuantos descubren.
También presentan gran
cantidad de intereses, pero como a muchos niños, les puede gustar este mes los
dinosaurios y al siguiente los submarinos, pero mantienen el conocimiento por
cada uno de los temas que le gustan.
Cabe mencionar que tienen
la tendencia de leer y escribir a edades previas a la norma sin enseñanza
formal, pero habrá que cuidar el gusto por esta habilidad, que en parte está
determinada por su extraordinaria fluidez en el vocabulario, él cual es más
avanzado para la etapa de desarrollo en que se encuentran, logrando frases
complejas antes del año y medio o exhibiendo palabras que ha escuchado solo una
vez con perfecto dominio del contexto, mostrando en algunos casos manejo de
conceptos complejos aún para los adultos, poniendo en jaque a los padres que
pueden no sentirse a la altura de las necesidades cognitivas del niño (Benito,
1990).
Se dice también que son artísticamente
talentosos, ya que muestran un inusual apreciación por las artes en general,
particularmente se destacan en el canto, pues son perfectamente entonados, o en
el dibujo, con trazos de gran madurez, pueden además mostrar altas aptitudes
para la fotografía o el teatro, haciendo que las cosas parezcan muy fáciles o
naturales (De Bono, 1988; Genovard y
Castelló, 1990; De Bono, 1992).
Debido a sus intereses o a
su particular talento artístico muestran periodos de gran concentración, que en
algunos casos puede mantenerse por largos periodos de tiempo y quizá por ello
también demuestran una memoria extraordinaria, aunque esta puede ser selectiva,
pues se van a concentrar en detalles muy específicos, por lo que ponen atención
o al mínimo detalle o bien a contextos completos que escapan del ojo adulto.
Pero
al revisar todas sus extraordinarias y envidiables cualidades, cabe destacar
una que lo pone al frente de otros niños y que provoca dolores de cabeza a los
padres y visitas constantes al médico debido al pobre manejo de la tensión, y
es que son excesivamente autocríticos, centrados en la perfección de la
ejecución, más que en disfrutar de la misma. Esto los pone en un lugar que
pocos padres quisieran realmente (Lohman, 2000; Lohman, Korb y Lakin,
2008).
A
este grupo de la población se le clasifica generalmente de la siguiente manera:
-
Genio que es aquella persona que rompe todas las normas, debido a que son extremadamente inteligentes,
creativos y productivos, y suelen lograr altos niveles académicos, sin embargo
esto no es una causa de la genialidad, pues ésta es un logro de la vida adulta,
que requiere madurez y experiencia (Solomon, 2007).
- Precocidad que bien puede ser síntoma de alta capacidad pero
no necesariamente, si bien va asociada a la capacidad extrema. En este caso se
requiere de mucho apoyo ambiental para mantener las capacidades.
-
Prodigio, se les caracteriza como niños que logran ejecuciones con la
calidad de un adulto competente en un campo determinado antes de los diez años.
- Superdotado
/ Talento, en este rubro puede haber diferencias conceptuales entre autores
pues algunos dicen que la superdotación se refiere a áreas amplias con
una estructura cognitiva compleja, mientras que el talento se refiere a un
campo profesional más determinado culturalmente, pero estas diferencias no
necesariamente se diferencian en la realidad (Benito, 1990; Derryberry y
Barger, 2008; Lohman, Korb y Lakin,
2008; Willard-Holt, 2008).
Por todas esas
características es que existen instituciones privadas, sobre todo en los
Estados Unidos que han hecho fortunas prometiendo a los padres encontrar el
talento de sus hijos, sin embargo, el tiempo y un poco de motivación han hecho
caer en la cuenta que el talento mal dirigido solo lleva al desastre personal.
Y es que el mito de que los
niños talento o sobre dotados son fáciles de educar persiste a pesar de que la
evidencia muestra lo contrario. Investigadores como Mihaly Csikszentmihalyi de
la Universidad de Chicago han demostrado que aquellos niños con
excepcionalmente elevadas habilidades en cualquier área, no solo académica sino
artísticas o atlética, están un paso atrás que sus pares socialmente, pues
muestran una clara tendencia a ser auto dirigidos, con un pensamiento
independiente e introvertido, lo que les hace pasar solos por mucho tiempo, y
aunque disfrutan profundamente de los momentos a solas, también reportan
sentimientos de soledad y entre más elevado el grado de sobre dotación, más
alejados se sienten del resto de las personas, lo cual los puede empujar a la
depresión (Winner, 1998)
Es por ello que cabe
preguntarse si vale la pena invertir en ellos siendo por un lado un porcentaje
muy pequeño de la población que además ¿qué más puede dar si son lo mejor de lo
mejor?, ¿la meta es hacerlos más inteligentes o más talentosos?. Bueno, si con
ello los hacemos más antisociales me parece que el precio es alto.
La otra idea que me parece
un poco más rentable es que ellos, los talento, nos ayuden con el otro lado de
la curva normal, que podamos aprender de ellos, para que su talento no sea
desperdiciado o ellos se pierdan en las dificultades que vienen con el paquete
que genética y ambientalmente les ha sido conferido, pues si logramos
comprender el aprendizaje, nos damos cuenta que hay solo algunos aspectos que,
mezclados dan como resultado que una persona se encuentre de un lado u otro de
la curva normal.
¿Son realmente distintos?
¿Cómo es que empiezan a
surgir estas distinciones relacionadas con la inteligencia?, bueno, el hombre
ha ido implementando mecanismos que permitan evaluar la capacidad mental de los
integrantes de una sociedad, fundamentalmente para responder a necesidades
particulares y bajo el supuesto de que los más aptos son más capaces de
sobrevivir; por lo que de manera tradicional la evaluación de esta capacidad ha
estado vinculada con las nociones de Inteligencia, la cual como concepto, es un
término de difícil precisión aunque ha ido sirviendo como base para el diseño
de procedimientos que han tratado de medirla, explicarla y comprenderla, aunque
pocas veces explotarla (Fuentes Muñoz, 1999).
Lo que se ha comprendido de
esta medición es que la inteligencia se define como la capacidad para adaptarse
al medio (Dzib Goodin, 2012) y que esta puede modificarse si se alteran las
circunstancias medio ambientales. Aun cuando parece indiscutible la inteligencia basada en la dotación
genética, ésta depende en la efectiva actualización de la actividad del sujeto
en su entorno (Fuentes Muñoz, 1999).
A partir de las mediciones
hechas para separar a la población en función de sus cualidades intelectuales
Feldhusen (citado en Fenstermacher
& Richardson, 2005) hace
una distinción entre superdotados y talento, y define la superdotación como la capacidad
intelectual general y unitaria subyacente, mientras que el talento lo dibuja como un
rendimiento superior o aptitud especializada en determinadas áreas, en este
sentido, coincide con autores como Genovard (1990) y Genovard y Castelló (1990)
en que los niños con talento son los que poseen una elevada capacidad,
habilidad o potencial en cualquier área importante de la actividad humana,
evaluada por medio de escalas de evaluación, observaciones de la conducta o
puntuaciones de la ejecución anterior en actividades de aprendizaje y comparada
con la que obtiene un grupo de referencia de compañeros suyos.
Otros autores como Gagné
(citado en Parra, Ferrando, Prieto y Sánchez, 2005), añaden una asociación
entre el don natural (superdotación) con capacidades humanas desarrolladas no
sistemáticamente y el talento con capacidades o habilidades desarrolladas
sistemáticamente; y en este sentido Renzulli (1996) añade que lo sobresaliente consiste en una interacción
entre tres grupos básicos de rasgos humanos que se pueden describir como:
habilidades generales por arriba del promedio, altos niveles de compromiso en
las tareas y altos niveles de creatividad.
Sin embargo, en contra de
la creencia popular, la creatividad no correlaciona con el coeficiente
intelectual, ni con el rendimiento académico, como lo han demostrado distintas
investigaciones, y en este contexto
tampoco se haya relación entre la edad o el género y la creatividad
percibida. Incluso se encuentra que en diferentes poblaciones guarda bastantes
semejanzas entre sí (Pendarvis, Howley y Howley, 1990; Rogers, 2006). En este
sentido, también se puede decir que la creatividad no correlaciona con el
rendimiento académico y en muchos casos el profesorado percibe como más
creativos a los alumnos con más bajo rendimiento escolar (Sternberg, 1985;
Valadez Sierra, Betancourt Morejón y
Zavala Berbena, 2006).
Además, en lo que respecta
a la creatividad de los niños sobre dotados, estos no son percibidos como niños
especialmente creativos, pues se hallan dentro de los rangos normales,
contrario a los niños talento o con rangos intelectuales normales y luego el diagnóstico de la sobredotación
parece estar más ligado al cociente intelectual que a los otros dos aspectos
que contempla el triple anillo de Renzulli, como son las habilidades generales,
la creatividad y la persistencia ante la tarea (Sternberg y Davidson, 1990;
Prado Suarez, 2006).
Cuando se hace un análisis
entre los padres de familia, la población de madres es la que percibe como
menos creativos a los niños sobre dotados y la percepción de la creatividad de los
compañeros es prácticamente similar a la creatividad auto percibida por los
niños sobre dotados (Prado Suarez, 2006). En este sentido, vale la pena
analizar más a fondo sus características.
Y es que es posible
encontrar casos extremos entre niños sobre dotados que coexisten con un déficit
verbal y estos son los llamados autistas Savant, a quienes se les puede
caracterizar como sabios aunque muestran un profundo retraso cognitivo
(algunos con un coeficiente intelectual entre 40 y 70). Estos sabios por lo
general poseen una habilidad a un nivel normal, en contraste con varias
limitaciones. Pero los sabios más raros
(menos de 100 son los que se conocen) presentan una o más habilidades a
un nivel de prodigio (Heaton y Wallace,
2004).
Estos niños sabios suelen
sobresalir en las artes visuales y la
música, o el cálculo matemático y en su ámbito de competencia, se
asemejan a los niños prodigio, exhibiendo las habilidades precoces, con un
aprendizaje independiente y una necesidad imperiosa por dominar. Además, los
sabios a menudo sobrepasan los niños superdotados en la precisión de sus
recuerdos. Una de las explicaciones biológicas más prometedoras para este
síndrome plantea la organización cerebral atípica, con un déficit en el
hemisferio izquierdo del cerebro (que controla el lenguaje por lo general),
compensado por los puntos fuertes en el hemisferio derecho (que controla las
habilidades espaciales y visuales) (Winner, 1998) .
Y es de los trabajos
realizados por los distintos especialistas dedicados al estudio de la
superdotación y el talento, que podemos resumir
que las características de estos alumnos se centran básicamente en los aspectos
cognitivos; de adaptación e inserción social; aspectos emocionales; aspectos
comunicativo - lingüísticos y aspectos relacionados con la creatividad, y
aunque ninguno de estos aspectos se puede olvidar en los niños que están al
otro lado de la curva normal de desarrollo, en estos niños son más obvios ya
que hablando de los aspectos cognitivos, ellos se
caracterizan por presentar una elevada capacidad de pensamiento
convergente, pensamiento de tipo lógico, de relaciones causa efecto, etc.
Además de una gran facilidad para memorizar todo tipo de datos.
Por su puesto, no puede
dejarse de lado si originalidad en preguntas y respuestas que además están bien
fundamentadas, que se debe a una alta capacidad de observación y relación entre
elementos y una preferencia por tareas complejas que impliquen una gran
concentración, quizá por eso aprenden rápidamente conceptos abstractos, siendo
capaces de aplicarlos de forma práctica, lo que les brinda una gran motivación
intrínseca, lo que puede producirles aburrimiento
según la dinámica de clase, pues debido a su elevada capacidad de procesar la
información, tienen predisposición para el aprendizaje acelerado (Hilliard,
1976; De Bono, 1988; Genovard y Castelló, 1990; De Bono, 1992; Lohman, 2000;
Derryberry y Barger, 2008; Willard-Holt,
2008).
En
lo concerniente a las características de los aspectos comunicativo-lingüísticos
en estas personas, se puede afirmar que lo más notorio es que poseen un amplio y complejo vocabulario y
los padres suelen sorprenderse pues aprenden rápidamente a leer; además
expresan sus ideas con claridad y ello los lleva a que su diálogo sea fluido y
rápido con gran comprensión, pero algunos autores mencionan que tienen una
tendencia a preferir el lenguaje oral al escrito como medio de expresión
(Torrance, 1977; Sternberg, 1985; VanTassel-Baska, Xuemei Feng, Brown, Bracken,
Stambaugh, French, McGowan, Worley, Quek y Bai, 2008).
Muestran en general
habilidad pictórica y/o sensibilidad por la música, además tienen una tendencia
a buscar nuevas alternativas, lo que los lleva a su inusual facilidad para
manipular ideas u objetos y obtener nuevas combinaciones, primordialmente por
que prefieren las tareas complejas a las sencillas y particularmente quiero
recalcar que son capaces de generar soluciones
de diferentes o múltiples vías de resolución de un mismo problema
(Genovard, 1990; Genovard y Castelló, 1990) y resalto este punto en particular
debido a que la escuela formal, les impide este desarrollo y en parte eso es lo
que causa gran frustración.
Hasta aquí, se han
mencionado esos aspectos envidiables en los niños que todo padre desea, sin
embargo la combinación de esas fortalezas con las debilidades inciden en alguien
que aun siendo una persona con altas capacidades, pueden fracasar escolarmente
o socialmente, y de ahí se derivan sus necesidades educativas especiales, pues
cuando se analizan los aspectos de adaptación e inserción social, los niños talento en general tienen mucho
más éxito, para lograr una buena aceptación y prestigio social que los sobre
dotados o los genios, aun así, todos tienden a ser independientes,
particularmente en el área de dominio (Alonso, 1991; De Bono, 1992; Derryberry
y Barger, 2008), pues no dejan de pedir ayuda en aquellas tareas que les son
problemáticas o bien, dejan de intentar aquello que no les es sencillo. Su alta
capacidad les lleva a ser críticos con las normas establecidas y lo más difícil
de adaptar es su capacidad superior de autocrítica, lo que les produce gran
ansiedad y múltiples problemas de salud (Garet, Porter, Desimone, Birman y
Yoon, 2001; Manaut-Gil, Vaquero-Casares, Quintero-Gallego,
Pérez-Santamaría y Gómez-González 2004).
Pero es imposible olvidar que el ser humano se compone no sólo
de capacidades sino que los aspectos afectivos y emocionales, así como el
temperamento innato, juegan un papel determinante en el crecimiento personal y
en la progresiva adquisición de un cierto equilibrio y bienestar con uno mismo.
Y ahí es donde, los niños con capacidades elevadas viven una situación de
desfase entre su capacidad intelectual y esas otras capacidades emocionales que
ayudan a la adaptación al medio en el que se desenvuelven.
Y es entonces esa
combinación letal entre altas capacidades intelectuales y las dificultades de adaptación escolar, lo que produce la
paradoja del fracaso en los aprendizajes. A esto habrá que agregar que para un
educador es todo un reto encontrarse ante un alumno con una inteligencia
superior a la media, al que parece quedársele corto el programa de aprendizajes
pensado para su edad. Por otra parte a veces su agilidad mental y su iniciativa
le convierten en un niño incómodo si cuestiona al profesor en cuanto a su
método de enseñanza (Rogers, 2006). Y es
que en lo que respecta a los aspectos emocionales tienden a mostrar un nivel elevado de
autoestima y autoconfianza en sus capacidades y cualidades, lo que les hace muy
sensibles y les puede producir
inestabilidad emocional, siendo un problema para los adultos pues a veces se
comportan de forma defensiva, en parte debido a que no precisan refuerzos
sociales en su trabajo (Torrance, 1977;
Cross, Cassady, Dixon, Adams, 2008).
En un estudio presentado
por Cross, Cassady, Dixon, Adams (2008) llegan a la conclusión, ampliamente
replicada de que los niños y adolescentes talento presentan trastornos
psicológicos, pero también cabe destacar que con el apoyo necesario y la
instrucción en ambientes normalizados, pueden lograr superar esas dificultades
(VanTassel-Baska, Xuemei Feng,
Brown, Bracken, Stambaugh,
French, McGowan, Worley, Quek y
Bai, 2008).
Sin embargo las
adecuaciones en el aula requieren de un refuerzo positivo en las áreas clave,
donde el alumno no es tan experto, además del trabajo en equipo, que no
necesariamente debe darse como parte de una educación especial (Garet, Porter,
Desimone, Birman, & Yoon, 2001; Valadez Sierra, Betancourt Morejón y Zavala Berbena, 2006).
Y es que para superar las
dificultades escolares y poder llegar a
la expertes y madurez adulta, es necesario reconocer que la identidad
profesional emerge en el punto de encuentro de historia individual, por un
lado, y las convenciones de un determinado dominio, por el otro. Sin embargo,
estas dos variables no existen en igual medida y ambos elementos deben existir, y en el caso
de los niños talento se parte de la premisa de que con el dominio es suficiente
(Pendarvis, Howley & Howley, 1990; Solomon, 2007) lo cual puede llevar al
fracaso no solo escolar, sino profesional. Aunque hay un aspecto netamente
social a considerar, y es el hecho que se siguen existiendo campos de trabajo
dominados por un género u otro, dando como resultado que las mujeres con alto
nivel intelectual, tengan mayores problemas de inserción profesional que los
varones (Willard-Holt, 2008).
¿Qué los hace diferentes?
Básicamente las capacidades
se activan o se desactivan dependiendo de su posición en el encéfalo. Habrá que
recordar que el cerebro tiene un espacio finito hacia donde expandir su tamaño,
es por eso que presenta circunvoluciones, que son pliegues que se crean al no contar
con más espacio que el cráneo (Dzib Goodin, 2011; Fox, 2011) de ahí que cuando
un área cerebral se desarrolla más que otras, presiona las que tiene junto y
con ello, de un modo u otro, las hace menos potenciales. Aun cuando no existe
neurogénesis excepto en el hipocampo y el bulbo olfatorio (Alvaréz –
Buylla y García Verdugo, 2002), las
conexiones cerebrales harán espacio dentro del cerebro, por lo que aquellas
funciones que se desarrollen más, competirán bajo la ley del más fuerte,
aquellas conexiones que no sobrevivan a la presión, se harán débiles y
finalmente desaparecerán para dar espacio a las que se usan con más frecuencia
(Tubino, 2004).
Parece entonces que para
comprender las diferencias entre uno y otro lado de la curva, se debe pensar en
las funciones que como característica tienen los sujetos que lo representan. De
tal suerte que los niños con retraso mental severo tendrán muy desarrolladas
las estructuras límbicas (emocionales) y son tan grandes que estas presionan a
las áreas cognitivas que se representan en la neo corteza. Esta misma
diferencia se observa en los niños en uno u otro lado del espectro autista,
pues mientras las niñas con Síndrome de X frágil pueden ser muy violentas
emocionalmente, o bien los Savant pueden tener increíblemente desarrollada una
habilidad, los niños que presentan el síndrome de Asperger están mejor
adaptados, excepto que las neuronas espejo prácticamente no existen, o no son
funcionales (Hardan, Minshew,
Mallikarnjuhn, y Keshavan, 2001; Herbert, 2005; Tirapu-Ustárroz, Luna-Lario, Hernáez-Goñi, García-Suescun, 2011).
La importancia de la
sustancia blanca ha sido ligado entonces con los procesos cognitivos, como lo
demostró un estudio publicado por
Roberts, Anderson y Husain (2010) en la revista Journal of Neuroscience
se compara el rendimiento cognitivo de 11 pilotos de combate con un grupo
control de un coeficiente intelectual similar, sin experiencia previa en el
pilotaje de aviones. Todos los participantes completaron dos tareas de control
cognitivo para investigar la toma de decisiones rápida. Además, se obtuvieron
imágenes de resonancia magnética cerebral, para examinar la estructura de las
conexiones de la sustancia blanca entre las regiones cerebrales asociadas con
el control cognitivo.
Los hallazgos indican
que pilotos de combate tienen el control
cognitivo superior, mostrando una precisión significativamente mayor en una de
las tareas cognitivas, a pesar de ser más sensibles a la información
irrelevante de distracción y la resonancia magnética reveló diferencias entre
los pilotos y los participantes que fungieron como controles en la
microestructura de la materia blanca en el hemisferio derecho del cerebro.
Ahora bien existe una
diferencia entre la materia blanca y la gris, pues la materia gris es donde se
lleva a cabo el cálculo mental y se almacenan los recuerdos y está formada básicamente
de cuerpos celulares, pero debajo de esta se encuentra la piedra angular del
procesamiento cerebral que llena casi la mitad del cerebro humano y que está
compuesta por millones de axones que funcionan a modo de cables o puentes de
comunicación y está cubierta por la vaina de mielina, controlando el flujo de
información entre las neuronas y puede conectar regiones extensas y lejanas en
el sistema nervioso (Fields, 2008).
Y es que tradicionalmente,
la sustancia blanca se ha asociado con la velocidad de procesamiento y de
conectividad entendida como la capacidad
de conectar diferentes regiones del cerebro de forma eficaz (Roberts,
Anderson, Husain, 2010). Sin embargo, en
los últimos años, ha ido surgiendo un corpus de conocimiento sólido que intenta
relacionar dicha sustancia blanca con diferentes procesos cognitivos,
estableciendo que ciertas alteraciones neuropsicológicas son el resultado del
efecto profundo que los trastornos de la sustancia blanca pueden tener sobre la
cognición y la emoción, como en el caso del retraso mental o del síndrome de
Savant.
Pero independientemente de
los efectos, los trastornos de la sustancia blanca comparten directamente la
noción de las redes neurales distribuidas. Estas redes, consisten en conjuntos
dispersos de neuronas dedicadas a funciones neuro conductuales concretas y se
les ha relacionado con las funciones superiores en general, por ejemplo el
lenguaje, que es una función compleja que resulta de la actividad coordinada de
amplias redes neuronales distribuidas por la corteza y las áreas subcorticales
(Tirapu-Ustárroz, Luna-Lario, Hernáez-Goñi, García-Suescun, 2011).
Se ha encontrado además,
que los niños con trastorno por déficit de atención, presentan una disminución
de la asimetría hemisférica derecha-izquierda y del tamaño de las regiones
prefrontales del hemisferio derecho (Kennedy, 1999), y se han evidenciado
cambios en la sustancia blanca que podrían relacionarse con los procesos
atencionales, por lo que se especula que un menor volumen de la sustancia
blanca frontal derecha se correlaciona con una alteración de la atención
sostenida en los niños con trastorno por déficit de atención. Mientras que por
el contrario, en el autismo, se ha observado un aumento del volumen de la
sustancia blanca hemisférica en todos los lóbulos cerebrales. Además la
sustancia blanca se relacionó con la memoria episódica, la velocidad de
procesamiento y la función ejecutiva
(Miranda-Casas, Fernández, Robledo
y García-Castellar, 2010; Roberts,
Anderson y Husain, 2010).
Entonces parece importante
el desarrollo de esta sustancia, pues entre más cuerpos cerebrales, mayor
cantidad de conexiones cerebrales y con ello, parece que la formula para
generar el talento se encuentra ahí, sin embargo, habrá que considerar otros
aspectos antes de pensar que es posible modular el talento, por que la pregunta
ahora es ¿cómo podemos hacer que la sustancia blanca se desarrolle?, la
respuesta está en el ambiente.
Aprendizaje: genética, motivación y desarrollo ambiental
Ciertamente el crecimiento
y conexión neuronal comienza a las pocas semanas de la concepción (Springer y
Deutsch, 1981; Tubino, 2004; Fields, 2008), modulado más por la genética que
por el ambiente en ese punto, la lucha por la conexión hace su presencia, sin
embargo, dependerá de los cuidados maternos para que el cerebro en formación
pueda enfrentar el primer gran riesgo que son los momentos previos al parto y
posteriores, como es la formación, exenta de fallas o translocaciones genéticas
y el desarrollo suficiente de estructuras, aunque es cierto que muchos de los
trastornos del desarrollo parecen estar asociada a diversas dificultades perinatales,
como nacimiento prematuro, retardo en el crecimiento intrauterino e hipoxia
perinatal (Manaut-Gil, Vaquero-Casares,
Quintero-Gallego, Pérez-Santamaría y
Gómez-González, 2004).
Una vez que un bebé nace,
el cerebro no tiene la oportunidad de saber que funciones serán necesarias, y
con la excepción de aquellas que están evolutivamente programadas (reflejos)
las demás dependen de la activación que el medio ambiente haga, partiendo de la
idea de que aquellas que se usan más se volverán más fuertes y con ello, se
puede decir, mejor adaptadas (Zehhausern, 1982).
Pero en esa lucha son
varias las habilidades que pueden ser desplegadas por el recién nacido,
particularmente aquellas que ejecutará con mayor frecuencia, lo que a la larga
lo llevará a la precisión, aquellas que le sean más permitidas y que además
disfrute (Alonso, 1992). Algo que hay que reconocer en los niños talento es que
disfrutan mucho una vez que reconocen sus habilidades pues saben que son buenos
por que las han hecho no una ni dos veces, sino miles, comenzando desde muy
jóvenes, Eso les ha permitido mayores y más fuertes conexiones neuronales y con
ello núcleos mayores de sustancia blanca. Si bien pueden intentar algo nuevo,
se atreverá a mover su zona de confort cognitiva – motora si y solo si esto les
causa placer. El mismo placer que un recién nacido siente al intentar atrapar
un objeto lejano, hasta que lo logra y entonces buscará casi de manera natural
lograr la misma hazaña con otro patrón de movimientos (Sternberg y Davidson,
1990; Dzib Goodin, 2012).
En un sentido evolutivo, no
es extraño que las capacidades más desarrolladas por los niños talento y sobre dotados sean las relacionadas con
habilidades predeterminadas genéticamente, que tienen que ver con los números,
el lenguaje, y las artes, pues por ejemplo la cuantificación de los elementos
que forman parte de nuestro entorno es una capacidad básica no sólo del ser
humano, sino también de otras especies animales, que contribuye a la adaptación
del organismo a su medio. Los estudios realizados hasta la actualidad parecen
indicar que este sentido numérico es innato, tanto en el ser humano como en
otras especies animales, pero para el
ser humano, este sentido numérico es la base sobre la que se construye una
capacidad numérica más compleja, dependiente de la escolarización
(Serra-Grabulosa, Pérez-Pàmies, Lachica, Membrives, 2010).
Mientras que el lenguaje es
más dependiente de los aspectos genético evolutivos que la escritura o la
lectura, que requieren instrucción o andamiajes (Alonso, 1992b; Benitez
Burraco, 2006).
En este sentido, parece
posible pensar que aquellas áreas que se admiran, son aquellas que están más
reguladas por la genética, es decir no requieren tanto de la instrucción,
incluyendo el movimiento, pues los talento requieren apoyo profesional para
lograr una técnica pulcra, aunque es cierto que requieren de menos repeticiones
para lograr la perfección, será el ambiente lo que determine el curso de
acción. El ejemplo que más me gusta es que quizá todos seamos excelentes
pianistas pero si nunca hemos tenido un piano frente a nosotros y la
oportunidad de aporrearle un poco, perderemos esas conexiones cerebrales que
estaban dispuestas a florecer.
Siendo así, en la medida en
que el estudio de los procesos de aprendizaje y de enseñanza no considere las
múltiples dimensiones y aportaciones de la neurociencia, se estará
contribuyendo a una visión restringida de tal complejidad, pues para poder
analizar las asociaciones entre procesos complejos como el aprendizaje y la
activación neural, es necesario evaluar en forma crítica cómo las áreas
cerebrales presentan distintos grados de activación, Un ejemplo en relación con
el ámbito educativo son las investigaciones que muestran cambios neurales como
resultado de procesos de aprendizaje (Benarós, Lipina, Segretin, Hermida, Colombo, 2010).
¿Cómo abordar el talento?
Mi propuesta es que si es
posible comprender que los niños van a hacer aquello que disfrutan y evitan
aquello que los hace sentir mal, es posible activar el talento en los niños.
Bajo la nota de que entre más repeticiones, conexiones neuronales más fuertes y
entre más placer causa una tarea, mayor oportunidad de repetición, entonces
habrá que trabajar con los mecanismos que llevan a los talento y sobre dotados
al disfrute de sus áreas en que es bueno y compartirlas con otros.
Esto convencida de que la
educación no es un asunto de dinero, pues niños con fuertes índices de
deprivación cultural pueden encontrar un placer indescriptible al pegarle a una
pelota o dibujar en servilletas de papel, lo mismo que un niño con mejores
recursos puede ser el mejor, alcanzando niveles en un juego electrónico. El
problema de la educación es que ha olvidado eso y se ha centrado por un lado,
en enseñar aquello que se cree, desde una perspectiva adulta que es importante,
y por otra parte, no da la oportunidad de repetir las tareas más allá de un par
de veces, de modo tal que el educando no puede lograr la perfección.
Si además se elimina la
barrera de yo hago esto perfecto y tú no puedes, se evitarían las competencias,
bajo la idea de que cada cerebro es distinto y por ende, tiene distintas
capacidades. Y que bueno que sea asi, pues existe alguien que puede comprender
el mecanismo para que un auto funcione o que distingue entre los buenos melones
y los que no tienen sabor. Aprovechar las diferencias individuales tiene mucho
más valor a nivel educativo y de nación, más que saber si un país es más apto
para escribir. El talento debe y puede ser aprovechado, no solamente señalado.
Se sabe que este segmento
de la población le gusta encontrar múltiples maneras de explicar o resolver
problemas, y les gustan los retos, entonces en un grupo de clase permitámosles
ser líderes pues es algo que viene con su equipo natural y dejemos que
expliquen cosas a los otros niños, y cuando los otros logren comprenderlas, eso
les hará sentir que son capaces, habrá que jala la zona de desarrollo próximo
de todos, frente a la noción de que ponerlos con niños menos capaces agobian
sus capacidades. Pero éstas están ya ahí, y ellos disfrutarán de emplearlas.
Si vemos el talento como lo
hacen las empresas, el mayor capital está en su talento, pero no solo eso, que
esos talentos trabajen y hagan que todos, sin distingos, alcancen metas cada
vez mayores, donde todos son importantes, desde el que barre, por que es el
mejor barriendo, hasta quien dirige los proyectos, la sociedad se nutriría
mucho más, y en lugar de ver diferencias entre un 100 y un 20 o entre un rico y
un pobre, veríamos y aceptaríamos que hay cosas para las cuales no se es apto,
por que no hay genio que lo haga todo perfecto y lo sepa todo ¿o si?
En este sentido la
educación debería centrarse en educar lo que NO es sencillo y reconocer las
habilidades y procurar que estas sean compartidas, ¿qué le educamos a un genio
de la computación como Bill Gates?, la capacidad de dar y la capacidad de ver a
los otros. Recordemos que entre más talento menor capacidad social… no les apartemos,
no los hagamos sentir especiales, todos los niños son especiales, todos tienen
derecho a la educación, todos tienen capacidades diferentes, permitámosles
compartirlas y la sociedad será un mejor lugar para vivir.
Alma Dzib Goodin
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