Esta
pregunta ronda constantemente en los blogs, blogs científicos y los mensajes tanto de educación como los
especializados en neurociencia y ciencia. Personalmente reviso cada uno pues es
el tema principal de mis escritos. Si creo que la neurociencia puede hacer
mucho por la educación y mi argumento es que ya es tiempo de poner el cerebro
en las aulas, y no me cansaré de decir que la educación en ciencia beneficia a
cualquier país en todos los niveles, especialmente el económico. Puede usted
interpretar mi frases como guste, no hay una receta.
Mi
problema surge cuando se dice: los maestros DEBEN saber neurociencia, y a eso
se suma una larga lista de deberes, como DEBEN saber física, matemáticas,
Historia, química, biología, astronomía, para que la enseñen de manera correcta
a los estudiantes. Prácticamente cualquier tema en la que alguien sea experto, los maestros deben dominarlo, para que las
futuras generaciones tengan una educación científica.
Por
supuesto a la enorme lista de temas que deben manejar los maestros como expertos, se agregan el limpiado de mocos, cómo separar boxeadores, lectura de jeroglíficos,
descifrado de claves, enseñar a leer y escribir, cómo responder a preguntas tales cómo: ¿puedo ir al baño?,
¿puedo entregar la tarea mañana?, ¿cómo sabe usted que lo copié de Wikipedia? O
¿qué va a hacer para que mi hijo aprenda a escribir?.
Si
los maestros fueran expertos en tantos campos, deberían cobrar su sueldo, más
el sueldo de todos los expertos. Ser maestro, sería una buena profesión, y
tendrían suficiente dinero para leer revistas especializadas y acudir a todas
las reuniones, conferencia y mesas redondas organizadas por los que saben, en
las cuales se cobra para compartir el
conocimiento. Eso de compartir es un decir, por que el experto en ciencia, no
habla con los simples mortales, solo cobra su sueldo por acudir un par de
horas, pedir que compren su libro, lo lean y los sigan en las redes sociales.
Si
los maestros tienen dudas o quieren compartir algo, pues lo pueden hacer. No
serán respondidas aquellas preguntas que no sean relevantes. La relevancia la
decide el experto, no usted.
La
pregunta surge entonces si los maestros deben saber de ciencia y que tanto
pueden aplicar lo que saben, en una sociedad que no está interesada.
Vamos
por partes en esta pregunta, que no es tan fácil como parece.
La relación de la ciencia con la sociedad
Una
vez leí que no se puede enseñar lo que socialmente no se comparte, y que los
maestros trabajan con lo que la sociedad les da para moldear. Si socialmente no
se está alfabetizado científicamente, no es posible brindar la ciencia que los
expertos, esos afortunados que han podido aprovechar su enorme pasión por un
tema, muchas veces apoyados en casa, porque que todo es más fácil si se cuenta con otros
apoyos, además de los escolares.
Cuando
se piensa en científicos, se piensa en mentes brillantes capaces de responder a
todo y de comprender la complejidad del mundo, en parte es una imagen que ellos
mismos han creado, sin embargo, la ciencia en números dista mucho de la
sociedad.
Analicemos
algunos datos. Entre 1996 a 2010 en Estados Unidos se publicaron 5,322590 artículos
científicos De los cuales los documentos
citables son 4.972 679, ¿suena como muchos artículos? Bueno, si se compara con
su población 313,967,000 habitantes quiere decir que no son tantos, y si se
piensa en que no todos se leen por que además de complejos, a veces cada
artículo cuesta entre 20 y 40 dólares, pues ya hablamos de distancias.
Los países que siguen en la lista con más
producción científica son China con 1,848,727 artículos publicados, pero con
una población de 1,347,350,000. El Reino Unido sumó 1,633,434 artículos y su
población es de 62,262, 000.
Si
se compara con los países con menos artículos se destaca El Estado de la Ciudad
del Vaticano con 4 artículos publicados en el mismo periodo, pero una población
de 800 habitantes. La Isla de Santa Helena tiene 1 artículo publicado y una población
de 4,255 habitantes. Por supuesto la proporción es abismal entre los países más
dotados de apoyos científicos.
¿Parece
entonces que los Estados Unidos son un país científicamente alfabetizado?, no
lo creo, pues uno de los temas que más ha dado dolor de cabeza es cómo hacer
que la ciencia tenga mejores resultados.
En
un estudio realizado por La Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos en 2009, aplicado a estudiantes de 15 años de edad entre 65 países, Estados
Unidos ocupó en lugar 23 en ciencia, y el 31 en matemáticas.
No
es la idea de este artículo descubrir el hilo negro, pero creo que el problema
está entre la distancia de la ciencia con la sociedad. Para argumentar,
propongo hacer algunas comparaciones: a Carl Zimmer lo siguen 922 050 en Google
plus, a Hugh Jackman 2, 878,747, a
Daniel Tosh, lo
siguen 6.2 millones de personas en twitter.
Pero
parece que a la gente si le interesa un poco la ciencia, siempre y cuando la
pueda comprender, pues si se analizan los sitios científicos más populares se
encuentra que las visitas que se hacen a los mismos se distribuyen como sigue:
1. How stuff works?, it’s good to know 12,000,000 !Claro, si nos explican
como funcionan las cosas cotidianas, puedo disfrutar de ello, y quizá
¡comprenderlo!.
2. NOAA 10,000,000
3. Discovery Channel 9,400,000. ¿Qué maestro no ha oido: lo vi en el
Discovery Channel?.
4. NASA 8,900,000
5. Science direct 4,500,000
6. Science Daily 2,400,000
7. Nature 1,800,000
8. Treehuger 1,700,000
9. PopSci.com 1,400,000
10. Science Blogs 1,250,000
11. PhysOrg 1,200,000
12. New Scientist 1,000,000
13. Live Science 950,000
14. Space 750,000
15. Red Orbit 600,000
Habrá
que considerar que estos sitios no se ven solo en los Estados Unidos, si se calcula
que la población mundial es de 7 billones de personas y que muchos de los que
somos asiduos a estas publicaciones seguimos más de una, las lecturas
científicas se reducen a muy poco, comparado con los 27, 815 976 seguidores de
Lady Gaga en twitter, ¿suena que la leen más personas?.
Pero,
si se mira de nuevo la lista, es posible observar que el nivel de complejidad
en que se abordan los temas científicos es inversamente proporcional a la audiencia. Menos
complejidad, más audiencia.
¿Por qué no se lee ni se entiende la ciencia?
En
mi primera clase de ciencia, con un nivel tal que llegó a interesarme, me
explicaron que hay tres niveles de la
ciencia, está la ciencia básica, donde están los de más alto nivel, a veces en
laboratorios, con equipo costoso, muchas veces intentando dar respuestas a las
cosas más complejas del universo. Entre ellos y los simples mortales, se
encuentran quienes interpretan las cosas complejas y tienen la capacidad de
explicar lo complejo con palabras sencillas. A veces ellos mismos fueron
científicos, otras veces son apasionados, pero sin su habilidad para explicar
con palabras lo que los científicos escriben en base a moléculas o cálculos
matemáticos, no se comprendería mucho de los que hacen.
Finalmente
está la ciencia aplicada, o quienes toman lo que el segundo nivel hace y lo
ponen en acción. A veces son mercenarios y cobran cara la ciencia pero, de algo deben comer.
Muchos
periodistas y blogueros científicos se encuentran en el segundo nivel, a veces
se comunican directamente con los científicos, aunque siempre con miedo de que
les respondan que están equivocados o que no entienden un comino (este fue un
comentario de Carl Zimmer).
Tan
es así, que existen manuales para argumentar
con los científicos como el escrito por Jacquelyn Gill, en donde explica que
los científicos solo hablan entre ellos y solo aceptan evidencias de escritos
que hayan sido revisados por pares, sus pares. Artículos que como se han
demostrado en algunos casos, pueden o no ser correctos. Especialmente cuando la
competencia entre ellos es tan fuerte y a veces desleal. En algunos países
tiene sentido, cuando los programas para ciencia y academia depende de
presupuestos limitados, y se ha de repartir entre tantas mentes brillantes unas
pocas monedas.
Gill
explica que si una idea fue escrita en un blog o en una revista que no tenga
cierta credibilidad, simplemente es
descalificada por los expertos. Además, si los simples mortales no son capaces
de comprender su lenguaje, entonces es el fin de cualquier discusión.
A
eso se suma, que como indican los números, la mayor cantidad de artículos
científicos se escriben en inglés. Así que si no se es bilingüe pues, tampoco
se puede leer mucho.
Pero
también aprendí en mi clase a ser escéptico, se me dijo que era una cualidad
peculiar en las mentes científicas, y que ayuda a buscar más allá de lo que las
cosas parecen en su primera mirada. Ejemplos en la historia de la ciencia son
muchos, pero el que me gusta es la disculpa que el periódico New York Times,
tuvo que brindar a Robert Goddard, a
quien tacharon de loco al decir en voz alta que era posible construir cohetes
tripulados, impulsados por combustible, capaces de llegar a la luna.
La
comunidad lo ridiculizó, y tuvo que esperar 49 años, para que le dieran una
disculpa, por que su idea, no solo era correcta, sino posible.
Otro
pensamiento generalizado es que las mejores ideas se escriben en ciertas
revistas o se hacen en ciertos laboratorios o academias. Cómo si pensar
estuviera atado a un lugar, a veces me da la impresión que piensan solo de 8 am
a 6pm y después de eso cualquier cosa es vana. Pero para escribir en esas
revistas o estar en esos lugares un simple mortal ha de hacer méritos, y cuando
lo más importante es comer, pues es muy fácil olvidarse de la ciencia.
Si
aprendí bien, entonces cuando se lee algo ¿por qué solo es válida si está
escrita por un nombre o en una revista conocida?, ¿acaso nadie más tiene
derecho a pensar?, y ¿qué tal que el escritor de un blog es un profesor
retirado?. Pero no pidan más a los expertos, hacer mayores preguntas, están
ocupados haciendo ciencia.
¿Es posible tener una sociedad alfabetizada en
ciencia?
La
respuesta es compleja, por que se necesita que la sociedad esté interesada y
como los números indican eso no ocurre. Pero cuando se pregunta ¿quién es el
científico vivo más famoso, el primer nombre en la mente de todos es Stephen
Hawking.
Él
ha aparecido en diversos programas populares de televisión (quiero decir con millones
de espectadores), por ejemplo su aparición en los Simpson, en el capitulo 22 de
la décima temporada, solo en los Estados Unidos tuvo una audiencia de 6.8
millones de espectadores. Otros le conocen por su aparición en South Park, y últimamente en Big Bang Theory. Sé que de
verlo y reconocer su nombre a comprender sus teorías hay mucha distancia, pero
la gente lo reconoce, como si hablara de Michael Phelps, Derek Jeter o Madonna.
Solo en Facebook El Dr Hawking tiene 209,
210 suscriptores.
En
una lista dada a conocer por un escritor se dice que hay otros cuatro científicos
famosos vivos. Pueden o no estar de acuerdo con ella, yo tendría en mi lista
personal a David Eagleman, por que me interesan sus ideas sobre el cerebro o a
Francis Crick por que me apasiona su trabajo sobre la mente, y no podría faltar
Stanilas Dehaene, por su trabajo con el aprendizaje, pero aquí les dejo los
nombres de la lista original y una de sus conferencias en TED:
1. James Watson TED http://www.ted.com/talks/james_watson_on_how_he_discovered_dna.html 382 204 han visto este Video
2. Jane Goodall Ted http://www.ted.com/talks/jane_goodall_at_tedglobal_07.html tiene 204,047 visitas
Este video ha sido visto 743,076 veces
4. James Hansen http://www.ted.com/talks/james_hansen_why_i_must_speak_out_about_climate_change.html Este video ha sido visto 491,350 veces
Si
queremos una sociedad alfabetizada en ciencia, habrá que pedirle a los
científicos que respondan las preguntas necias de sus seguidores, que estén
cerca de los políticos, de los periodistas, que comenten en foros de gente común
y corriente, que se quiten el traje de arrogantes y que recuerden que un día
fueron gente normal y que hasta
comieron palomitas mientras hacían la tarea y miraban un programa de ciencia en
la televisión. Mucho antes de Tivo.
Hablando
de políticos, hace un año, durante la crisis económica en los Estados Unidos,
veía como las reuniones políticas se alargaban sin que hubiera una solución al
dilema. No resistí y le pregunté a mi esposo y a mi suegro, si hay tantos
premios Nobel de economía en este país, ¿Por qué no uno de ellos resuelve la
situación?. No me pudieron responder.
Es
por todos las notas sobre lo que los maestros y los políticos deben saber sobre
ciencia que decidí escribir esta nota, en respuesta a todos y desde mi muy
humilde punto de vista. ¿Lo que los políticos deben saber de ciencia?, que hace
la vida social más sencilla y económicamente aporta mucho a corto, mediano y
largo plazo.
¿Qué
deben saber los científicos de los maestros, de los políticos, de las personas
comunes?, más allá de que somos objetos de estudio constante, debe comenzar el
dialogo, o la distancia se hará cada vez más grande.
De
entrada, deben comprender que los políticos no saben nada de ciencia, pero
ellos autorizan presupuestos destinados a la misma. ¿Vale la pena hablar con
ellos y explicarles un poco de las ventajas de la ciencia?
Intentos
para divulgar la ciencia entre los más jóvenes se están llevando a cabo, por
ejemplo la idea de Google Science Fair, que reúne a científicos jóvenes de todo
el mundo y la propuesta de Scientific American de reunir a 1000 científicos en
1000 días, que Increíblemente, solo ha logrado reunir a 1552 científicos, suena
a muy poco si se considera que la Academia Nacional de Ciencia en los Estados
Unidos fue fundada en 1863 y actualmente cuenta con 2,200 miembros y 400
asociados extranjeros; la Academia Nacional de Ingeniería cuenta con 2,200
miembros más 200 asociados extranjeros y el Instituto de Medicina cuenta con 1,
700 miembros y 100 asociados extranjeros, y esto es solo la crema y nata de la
ciencia en los Estados Unidos.
Pero
regreso a la pregunta original:
¿Deben los maestros saber de neurociencia?
Siempre
he dicho que entre el deber y el desear hay una gran distancia. Los maestros
deberán conocer de neurociencia tanto como ellos deseen, y aplicarla tanto como
los programas educativos oficiales se los permitan. Porque siempre estamos
dispuestos a decirles como se enseña mejor, pero no conocemos lo que sus
programas indican. El conocimiento se ha de adquirir a una velocidad enorme, se
han de atender asuntos burocráticos, atender a muchos niños en un aula, lidiar
con padres de familia, autoridades educativas y sobrevivir al tráfico. ¿Quiénes
somos nosotros para decirles como enseñar?.
Porque
los científicos nos especializamos en la neurona X, pero no hemos sido capaces
de explicar del todo cómo funciona el cerebro. Hay mucha información molecular,
bioquímica, eléctrica, de neuroimágen, neuroanatómica, de redes neuronales, intentamos
explicar procesos, pero hasta ahora, nadie alza la mano y dice: así funciona y
así se aprende. Eso es lo fascinante de la ciencia, entre más se estudia algo,
más preguntar surgen.
Pero
los maestros si saben algo y bien claro. Los niños aprenden cuando quieren,
cómo quieren y lo que quieren, y no como los planes y programas indican, ni
como el gobierno y los organismos internacionales indican, ni como los
neurocientíficos escriben en sus revistas costosas.
Si
los científicos deseamos ser escuchados, tendremos que aprender a escuchar y a
leer lo que dice y piensa la gente común, estar en contacto con los periodistas
sin hacerlos sentir que no saben, por que es cierto, no saben lo que el experto
sabe, ¡pero lo está intentando!.
Creo
que si la ciencia toca la puerta de los hogares, y las oficinas de los
políticos, habrá menos enfermedades, menos resistencia a tratamientos, mayor
aceptación de ideas que logren el progreso de todos, solución de problemas, si
lo sé, soy idealista.
Alma Dzib Goodin
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