Cuando la idea de estudiar el aprendizaje comenzó a crecer en mi cabeza
supuse que sería fácil, la biblioteca tenía al menos 10 pasillos dedicados a
distintas estrategias, explicaciones, modelos, teorías sobre cómo se debía enseñar.
Educar, enseñar o problemas de aprendizaje eran como sinónimos de aprender.
Después de leer todos los libros, las revistas
fueron una buena fuente de inspiración, pero solo creaban más notas en
cuadernos que se terminaban rápidamente y finalmente decidí buscar en el
cerebro, fue el paso lógico, pues si es ahí es donde se analiza, procesa y almacena el
aprendizaje.
Creí que encontraría respuestas en esa
protuberancia que cargamos todos sobre los hombros, y parecía que no sería
difícil, pues ¿cuánto puede caber en un espacio promedio de 1130 cm3?.
Mi viaje fue de las estructuras con sus nombres en latín al connectome que es un mapa de las
conexiones neuronales, y que busca describir la estructura cerebral, pues así
como el genoma es más que una yuxtaposición de genes, el conjunto de conexiones
neuronales es mucho más que la suma de sus componentes individuales (Biswal, Mennes, Zuo, Gohel, Kelly,
Smith, Beckmann, Adelstein, Buckner, Colcombe et al, 2010).
Las conexiones
Un gran experto en este tema, Sebastian Seung
(2012) afirma que el connectome contiene millones de veces más conexiones que
las letras del genoma, pero que cada quien va creando las conexiones
específicas, por lo que cada uno es su connectome, el cual se forma basado en 4
principios: reponderación que significa cambios en la fortaleza de las
sinapsis; reconexión que es la creación y eliminación de sinapsis; recableado
que es la creación y eliminación de ramas neuronales y regeneración que es la creación y eliminación de neuronas.
Si las neuronas lo fueran todo, parecía
entonces que la comprensión del aprendizaje no debería llevar más de 10 años,
pero como explica Dehaene (2011) el cerebro representa la respuesta de la evolución
lenta de las especies gobernadas por el principio de la selección natural,
misma que se ha perfeccionado a lo largo de los años permitiendo al cerebro
optimizar la forma en que procesa el enorme flujo de información sensorial
recibida para adaptar las reacciones del organismo a un ambiente competitivo y
hostil.
Si la clave del aprendizaje radicara
exclusivamente del cerebro, entonces era válida la idea de que el aprendizaje
se adapta al medio y erróneamente llegué a proponer que el aprendizaje permitía
esta adaptación, no puedo negar el error pues lo publiqué en diferentes
artículos. Fue que un biólogo me hizo
recordar que otras especies se adaptan, incluyendo las proteínas como explique
en otra entrada de este blog (Dzib Goodin, 2012). Los priones me quitaron el
sueño por un rato.
Así que fue momento de buscar los mecanismos
evolutivos. Finalmente somos la suma de los procesos de cambios y adaptaciones.
Años de cambio
Alguien muy amable me sugirió explorar el Efecto
Baldwin, también conocida como evolución ontogénica que es una teoría del
probable proceso evolutivo del aprendizaje, la cual fue publicada por primera vez en 1896. La teoría
propone un mecanismo para la capacidad de aprendizaje en general, pues los
descendientes seleccionados de un grupo, pueden tener mayor capacidad de
aprender nuevas habilidades en lugar de limitarse a las capacidades otorgadas
por el código genético el cual es relativamente rígido.
Suena muy lógica la idea, pero la teoría ha
resultado ser controversial a la luz de la síntesis evolutiva moderna y no ha
sido sencillo probar la ocurrencia del fenómeno. Aunque personalmente voy a
comenzar a documentar mis batallas de verano entre las malas hierbas, las
babosas y caracoles para mantener sanos mis jardines.
La principal limitación del efecto Baldwin, mencionan Hinton y Nowlan
(1984) es que sólo es eficaz en espacios que serían difíciles de buscar, especies muy
específicas a las cuales sea posible seguir, sin un proceso adaptativo de restructuración
del espacio. Pero para aquellos biólogos, que afirman que los espacios naturales
están bien estructurados, el efecto Baldwin es un mecanismo importante en
permite los procesos adaptativos dentro del organismo para mejorar en gran medida
el espacio en que evoluciona una especie.
Esa teoría me llevó a buscar algo más, y
¡voila!, regresé a un viejo tema, ¿pueden creer que la evolución de los
procesos cerebrales ha sido mejor explicada por los teóricos de la inteligencia
artificial?
Bajo el supuesto de que el cerebro se puede
adaptar y aprender de la experiencia pasada, pues la evolución específica no
solo conductas heredadas sino que agrega metas heredadas que son usadas para
guiar el aprendizaje bajo las órdenes de un código genético que tiene dos
componentes en las especies. El primer componente es un grupo de valores
iniciales para crear una red de acción que mapea la entrada sensorial para la
conducta, la cual se presentan como un conjunto de conductas innatas que son
heredadas de los padres (Stefano, Elman, y Parisi, 1994).
El ejemplo que me viene a la mente es un bebé
recién nacido, que comienza a reconocer el ambiente, las primeras reacciones
son sensoriales, como bien lo reconoció Piaget en el siglo pasado. Algunas de
esas reacciones comienzan a distinguirse entre la especie, por ejemplo, los
reflejos se van haciendo más sofisticados y algunos bebés dan signos de
precocidad, mientras que otros siguen un patrón claro de desarrollo.
El segundo componente es una red
de evaluación que centra la acción en la entrada sensorial a un valor escalar que ayuda a moverse de una
mala a una buena situación modificando su peso en la acción de la red durante
el proceso y que los individuos mantienen como metas de aprendizaje (Stefano, y Parisi 1994).
No hay placer más grande que observar a un bebé que se encuentra en
un dilema. Si logra controlar la
motricidad y construye la red de mirar un objeto y tomarlo, ¿cómo reacciona
cuando a pesar de realizar los mismos movimientos, el objeto no se desprende?.
Su primera reacción es: ¡hey, ven a mi, te estoy tomando!. Otros lo intentaran
más de 5 veces, mientras que algunos observaran el problema, y no falta el bebé
que llorará, explicándole al juguete que mamá no tardará en enterarse de su
rebeldía y que con mamá no se juega.
En este sentido se puede decir que la evolución de la redes neuronales
contiene información no solo en términos genéticos, sino también una colección
de conductas desarrolladas por los antecesores que puede ser comprendida como
la
cultura (Dehaene, 2012, Conrad, 2004).
Es entonces que cultura tiene una papel primordial debido a
que las adaptaciones en el entorno no siempre están determinadas por códigos
cerrados y por ende no pueden llegar a ser más fuerte que los establecidos por
la selección (incluidos los cambios en el entorno social). El mejor ejemplo de
ello es el lenguaje, ya que anteriormente la especie no era dependiente del habla,
hasta que comienzan a evolucionar las
capacidades lingüísticas, es así que los procesos de desarrollo que no habían
participado con anterioridad en la lengua pueden ser objeto de selección debido
a sus efectos en la adquisición del lenguaje, dando por resultado la modificación
de mayores adaptaciones (Barret, 2012).
Sin embargo, la
cultura no se absorbe en todo el cerebro, al menos así lo explica Stanislas
Dehaene (2004) en su teoría del reciclado neuronal, cuando dice que las
adquisiciones culturales pueden tener lugar en un área limitada de la
superficie y acotada por la corteza cerebral. Como ejemplo de esto el autor analiza
la lectura y la aritmética que tienen mayor reproductibilidad en la neo
corteza.
Esta idea le ha
quitado el sueño a más de uno, por ejemplo en un artículo publicado por Conrad (2004)
se presenta una teoría sobre la conformación del sistema nervioso central
basada en el procesamiento de la información a partir de la descripción de los
sistemas biológicos moleculares. En ella explica que el Sistema Nervioso
Central consta de varios tipos de regiones unitarias de las cuales hay muchas
réplicas intercambiables.
Cada región contiene neuronas cuyo encendido
está determinado por las enzimas que reconocen los patrones de entrada específicos de esa región determinados por
los genes heredados o cultivados. Finalmente, el Sistema Nervioso Central tiene
circuitos de selección que ponen prueba
y evaluación distintas regiones, determinando el control de la producción de
genes sobre la base de dicha evaluación.
Al mismo tiempo,
existen genes cuya producción es
estimulada de manera difusa en las regiones en las que se producen para
transformar otras regiones competentes del mismo tipo. En este sentido, la
función de las moléculas es la misma en estas nuevas regiones porque la
estructura del tejido y propiedades celulares son los mismos.
Esto hace posible
un proceso de ensayo y error para aprender a ser mediada por los mismos
mecanismos que la evolución natural, excepto que es más eficiente debido a los
circuitos de selección. Los sistemas que operan sobre la base anterior son
capaces de realizar cualquier operación ejecutable como una computadora
convencional, pero con ciertas restricciones importantes sobre la programación.
Así, estos sistemas también son (estructuralmente) más simples que los
dispositivos convencionales de procesamiento de la información y más
susceptibles de aprendizaje y evolución (Conrad, 2004; Changeux y Dehaene, 2000).
Esto es claro ya que durante la
evolución del cerebro, las propiedades de desarrollo de los tejidos del cerebro
están sujetas a modificación evolutiva a partir de los efectos sobre los
fenotipos del cerebro. Esto puede ser iniciado por los cambios en los
sistemas de desarrollo (por ejemplo, a través de la mutación), los cambios en
el entorno en el que se desarrollan (cultura, ambiente), o ambas cosas (Barret,
2012).
Una idea de cómo ocurre esto es brindada por Fernando, Szathmáry, y
Husbands (2012) quienes afirman
que la evolución darwiniana puede suceder en el cerebro durante por ejemplo, el
pensamiento complejo, o el desarrollo del lenguaje en los niños, aunque nada
más allá del nivel de la sinapsis se somete a la evolución darwiniana en el
cerebro. Los cual confirma la afirmación de Seung: somos nuestro connectome.
Evolutivamente, la ventaja de contar con algoritmos de replicación que
tienen lugar por la selección natural no es observable
a simple vista comparada con los modelos de aprendizaje instrumental (Fernando, y Szathmáry 2010). De hecho, la noción de la dinámica de réplica en el cerebro sigue siendo
controvertido y la creación de redes neuronales es un proceso costos que
depende del desarrollo tecnológico, ejemplo de ello es el Blue Brain Project.
Redes neuronales
artificiales
Es así que los avances tecnológicos hacen posible la creación de redes neuronales que intenta simular la capacidad
biológica para adaptarse y aprender de la experiencia pasada que tiene el
cerebro.
Sin embargo, aun
para los expertos en redes neuronales, la tarea de explicar los mecanismos del
aprendizaje no han sido sencillo, pues como explican Iriki y Taoka, (2012) la evolución cerebral tiene 3 componentes
esenciales, uno desarrollado por la integración multisensorial (ver, oir, oler, sentir) y transformación de
coordenadas para el control de los movimientos en el espacio habitado que es
una función esencial del sistema nervioso (lo que se conoce como nicho
ecológico). Pero esta mejora neural no
es un evento aislado, ya que permitió al cerebro pasar del procesamiento al resumen de información, mediante la aplicación
y reutilización de los principios existentes del procesamiento de información
espacial que se adaptó para el sometimiento
de las funciones mentales y que en última instancia condujo al desarrollo de la
lengua con lo que fue posible comunicar localizaciones o espacios (que dio
lugar a un nicho cognitivo).
Esto también fue útil manipulación de la imagen del cuerpo en el espacio, lo cual se volvió indispensable para la manipulación de herramientas, que dio como resultado la aceleración de los vínculos interactivos entre las bases neuronales, cognitivas cognitivo y dio paso al tercer nicho que es el de construcción.
Esto también fue útil manipulación de la imagen del cuerpo en el espacio, lo cual se volvió indispensable para la manipulación de herramientas, que dio como resultado la aceleración de los vínculos interactivos entre las bases neuronales, cognitivas cognitivo y dio paso al tercer nicho que es el de construcción.
Por si acaso sonó complejo aquí una explicación sencilla, para que un bebé
pueda emitir palabras coordinadas, debe saber usar el órgano lingual, moverlo
de manera coordinada, aprender a controlar el aire, cuando logra dominar la
diferencia entre emitir un sonido y
llegar a una palabra debe emprender
la carrera por perfeccionar esa habilidad.
Personalmente disfruto mucho de esos
intentos, los bebés van de los sonidos simples como ma, pa, aba a las palabras:
mamá, papá, agua. Una vez que han consolidado eso, comienzan a usar las
herramientas y los padres se asustan cuando ven al niño con la Ipad o el
celular en su poder, nada más divertido que verlo usar un lápiz. Cuando los
padres se logran relajar, los niños envían su primer mensaje de texto, y luego
leerán su primer libro. De ahí a describir el mundo.
Esto explica que un ambiente humano modificado ejerce presión sobre las
generaciones venideras para adaptarse a él, tal vez mediante la adquisición de
nuevos recursos que se han de adecuar a los diferentes órganos, con lo cual es
posible explicar la plasticidad inducida epigenéticamente (este término se
refiere al estudio de los factores no genéticos que intervienen en el
desarrollo de un organismo), incluyendo el desarrollo de mecanismos de
aprendizaje que participan en tales procesos. De esta manera, la información genómica adicional puede ser transmitida entre
generaciones a través de las interacciones mutuas entre los nichos ecológico, neuronal
y los dominios cognitivos. Este escenario localizar el cerebro humano como
parte de un ecosistema integral en evolución (Iriki y Taoka, 2012).
Es así que surge la neuroevolución como campo de estudio, la cual busca la
creación de Redes Neuronales Artificiales
(RNA) a través de algoritmos evolutivos, y que a veces ha centrado sus esfuerzos en las redes
neuronales estáticas que no puede cambiar su función durante su vida, ya que
son las más sencillas de replicar (Miikkulainen,
Feasly, Hohnson, Karpov, Rajagopalan, Rawal y Tansey, 2012; Gauci and Stanely,
2010).
Sin embargo, un grave problema con
la evolución de los sistemas adaptativos es que aprender a aprender es muy
engañoso, como explican Risi, Hughes y O
Stanley (2010), porque es más fácil un principio para mejorar la condición
física sin evolucionar la capacidad de aprender, por que no se basa en la adaptación heurística. Esto
es aprender una tarea rígida sin mayor toma de decisiones, que es un modelo
alejado de la realidad.
En su estudio, los autores llegan a la conclusión de que la búsqueda de la
novedad tiene el potencial de fomentar la aparición de la conducta adaptativa
en recompensa basada en el aprendizaje de tareas, lo que abre una nueva
dirección para la investigación en la evolución de las redes neuronales de
plástico, lo cual hace más interesante y sencillo aprender las conductas
adaptativas que habían sido difíciles de observar en los modelos humanos.
Pero cómo bien sabe Henry Markram, al cerebro le ha llevado billones de
años evolucionar y tiene muchas reglas,
por lo que el reto de la neuroevolución es describirlas cuidadosamente empleando
leyes matemáticas y si es posible lograr eso, el reto entonces será construir
un modelo realista del cerebro (Kushner, 2012).
Cerebro y escuela
Aunque suene a necedad, el proceso de aprendizaje ha recorrido un largo
camino, desarrollando sus reglas propias que la escuela como institución no
debería ignorar, aunque lo hace. La consecuencia no son niños infelizmente
educados, son adultos sin empleo que dan muestra de los errores educativos a
nivel mundial. No hay sistema educativo perfecto, ni siquiera el cerebro tiene
leyes establecidas, las modifica generación tras generación, intentando
encontrar un equilibrio biológico.
Por supuesto, es posible esperar que un experto en programación diseñe una
aplicación que se conecte por medio de una interfase y con solo un clic podamos
aprender cualquier cosa, incluso aquellas para las que no somos físicamente
aptos, como en la película de The Matrix, pero mientras eso pasa, valdría la
pena poner al cerebro en las aulas y comprender sus mecanismos.
No es mi idea que los maestros sepan neurociencia, no me malinterprete,
pero al menos me gustaría que cuando se vea un niño con problemas de aprendizaje puedan verle como un problema de enseñanza por que el cerebro se ha adaptado y
sobrevivido sobre la faz de la Tierra mucho más de lo que cualquier currículo
lo ha hecho.
Parte de esa evolución implica que como los estudios indican, el cerebro se
modifica todo el tiempo y en este sentido, si un niño no es capaz de ejecutar
una tarea hoy, lejos de etiquetarlo, debería pensarse que bajo las estrategias
correctas, logrará hacerlo, con un ritmo, precisión y especificidad distinta a
la de los demás, después de todo no hay nada más impresionante que ser únicos,
diferentes y especiales.
El éxito del cerebro es tal que ha sido capaz de mirar al infinito y más
allá, la luna no fue su límite, ahora mismo explora Marte, se ha esforzado al
máximo, ha crecido, inventado, fantaseado y hecho posible lo que se pensaba
imposible, todo en un espacio
promedio de 1130 cm3.,
imagine ahora que serán capaces de hacer muchos con un fin común: una enseñanza efectiva.
Alma Dzib Goodin
Si te ha parecido interesante
este escrito, te invito a conocer un poco más de mi trabajo en http://www.almadzib.com. Para la versión en
español, de clic en la parte superior derecha.
Referencias
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2 comentarios:
Hace años que el viejo Santiago Ramón y Cajal, maestro de Lorente de No, maestro de mis maestros, dijo aquello de que “cada ser humano es el escultor de su propio cerebro”.
No busques en la composición de la tinta el significado de un libro; está en un nivel superior. No busques el pensamiento en neuronas y genes; está en un nivel superior. Si la tinta se estropea no leerás bien el libro; si las neuronas se estropean el pensamiento se estropea.
A mí me interesa la tinta y el papel porque trabajo con gente que los tiene algo estropeados, pero me interesa también el nivel de los signos y los símbolos que son el “software” de nuestra mente. No es un interés para una clasificación de encajonamiento sino para la búsqueda, seguramente quijotesca, de un remedio o de al menos de algo que lleve a paliar los estados deficitarios. Por eso estudio tinta y papel, neuronas y sintonías para que al fin se pueda leer y los códigos se puedan ejecutar.
Jorge Muñoz-Ruata
Querido Dr. Muñoz-Ruata:
No había querdio responder para dejar más tiempo visible su comentario, que me da luz en muchos sentidos. Siempre le he dicho a mis alumnos que los niños de los libros son muy distintos a los de la realidad, y quizá esto aplica también a las neuronas:).
Cuando en mis años mozos ´leía con ansia los libros de neuroanatomía, alguien que fue de viaje a España me obsequió una postal con la imagen de una neurona dibujada por Cajal y aún conservo esa postal en mi escritorio. En aquellos años mi meta era ver en un cerebro de verdad esa imagen.
Estamos en el mismo bando, el fin es ver a niños con diferencias cerebrales, con pequeños triunfos. Pido a los padres no esperar que hagan lo que todos hacen, sino pasos pequeños que los lleven a la independencia.
Estimular a los maestros para que no vean cerebros dañados, sino niños con opciones.Finalmente, la vida es mucho más que sinápsis, es la conformación de ellas y lo que hagamos con ellas:))
Gracias por su comentario!!!!
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