Atender
al ambiente o prestar atención es un
proceso que consiste en focalizar selectivamente la consciencia de los
estimulos del medio, filtrando y desechando información no deseada, manejando
el constante fluir de la información sensorial para su procesamiento en
paralelo para con ello lograr las respuestas apropiadas y controlar la conducta
ante ambientes específicos.
En este sentido atender exige un esfuerzo
neurocognitivo que precede a la percepción, a la intención y a la acción, ya
que sin la atención, la percepción, la
memoria y el aprendizaje se empobrecen, por lo que la atención ha sido uno de
los últimos procesos complejos cerebrales en adquirir la categoría de función cerebral superior (Estévez-González, García-Sánchez y
Junqué, 1997; Etchepareborda y Abad-Mas, 2001).
La
atención se puede definir desde el punto de vista neurocientífico, como una “amplificación
en la tasa de disparo neuronal, entendido esto como un aumento de la actividad
en un área cerebral particular involucrada en el procesamiento de un estímulo”,
por ejemplo una flor, o de cierta
característica del estímulo, como el color de la flor, movimiento o la
ubicación espacial del objeto, en comparación con la tasa de disparo neuronal
en una línea base, es decir, la que se presenta cuando se observa un estímulo no atendido (Estévez-González, García-Sánchez y
Junqué, 1997; Ruiz y Cansino, 2006).
Siendo así, la
atención implica por ende no sólo la filtración de la complejidad de estimulos
que se encuentran en el ambiente, sino además una percepción selectiva y
dirigida, hacia una fuente particular de estimulación y esfuerzo, o
concentración sobre una tarea, por lo
que una función de la atención es facilitar la representación o la extracción
de las características de un estímulo interesante.
Ahora bien, conceptualmente no es fácil definir que es interesante, pues
mientras que para unos puede ser el vuelo errático de una mosca, para otros
puede el tono de la voz humana.
Esto es particularmente importante si se
considera el bombardeado de señales
sensoriales provenientes del exterior e interior del organismo, pues la
cantidad de información entrante excede la capacidad del sistema nervioso para
procesarla, por lo que se hace necesario un mecanismo neuronal que regule y
focalice, seleccionando y organizando la información perceptual entrante, y
permitiendo que un estímulo pueda lograr un impacto
a nivel neural y electroquímico.
Este
mecanismo neuronal al que llamamos atención, se va desarrollando
progresivamente desde la infancia y su actividad no se ciñe únicamente a
regular la entrada de información, sino en el procesamiento mismo de la
información (Estévez-González,
García-Sánchez y Junqué, 1997).
Ante
la complejidad conceptual, neuroanatómica y neurofuncional de la atención no
permite ligarla a una única estructura anatómica o explorarla con un único test, en lugar de ello, cabe
considerarla como una series de procesos cerebrales complejos (Estévez-González,
García-Sánchez y Junqué, 1997; Ruiz Vargas, 2000).
Por ello, es posible definir la atención desde el
punto de vista neurológico como el resultado de una red de conexiones
corticales y subcorticales principalmente provenientes del hemisferio derecho.
Desde un punto de vista neurofuncional, se le describe como una función
cerebral regulada por tres sistemas entrelazados, el primer sistema es el de
alerta o arousal, de atención posterior o perceptiva y de
atención anterior o atención supervisora. El segundo sistema, permite la
selección de la información prioritaria y por último, el tercer sistema, es el
regulador de la dirección y el objetivo de la atención o atención deliberada
(Estévez-González, García-Sánchez y Junqué 1997).
Aunque la literatura se ha centrado en la idea de que
la atención está regulada por dos mecanismos, uno llamado Top down y
otro denominado Bottom-up, sin embargo
ambos están relacionados con otras muchas otras funciones fisiológicas,
por lo que a veces es difícil diferenciarlos (Estévez-González, García-Sánchez
y Junqué 1997; Etchepareborda, y Abad-Mas, 2001; Servera-Barceló,
2005; Morgado Bernal, 2005).
El mecanismo top down representa los procesos de selección dirigidos a
metas particulares, la función principal es la de detectar la presencia de un
estímulo particular durante el desarrollo de una tarea, lo que produce
una mayor activación neuronal de la entrada sensorial relevante para así
discriminar el estímulo de interés de aquellos no relevantes para conseguir la
meta (por ejemplo, no escuchar el ruido ambiental al leer este documento) (Ruiz
Vargas, 2000; Etchepareborda y Abad-Mas, 2001; Allegri y Harris, 2001).
Este sistema está regulado por las expectativas, las
metas o los conocimientos previos propios del sujeto e involucra la
participación conjunta de la corteza prefrontal y de la corteza parietal posterior superior y surco intraparietal, lo
que constituye el sistema conocido como frontal-parietal.
Estas áreas se han estudiado con tareas que presentan
estímulos que distraen la atención de los sujetos, y se ha encontrado que las
neuronas de la región intraparietal aumentan su tasa de disparo, por lo que se
sugirió que una de sus funciones de la atención es la de suprimir el
procesamiento de los estímulos irrelevantes y focalizar hacia el estímulo
relevante (Bjork, 1970; Bjork & Bjork, 1996), por lo que se ha propuesto
que el surco intraparietal y la corteza parietal posterior superior participan
cuando ocurre un cambio de atención hacia un estímulo que varía su ubicación
espacial, en el mantenimiento de la atención hacia un estímulo periférico,
principalmente en tareas de atención dividida (como cuándo de lee y se
escribe), en la integración de características físicas de un estímulo (análisis
de color, forma, tamaña) y en el rastreo de puntos en movimiento (como cuándo
se conduce un auto).
De
igual forma, en distintas investigaciones se ha encontrado que la corteza
parietal posterior superior, presenta mayor activación cuando los personas atienden
hacia la presentación de un estímulo visual en particular, cuyas
características se han definido antes de iniciar la tarea; esta activación no
es exclusiva para la información espacial, sino que también se genera cuando
los sujetos atienden a otros rasgos específicos del estímulo, como el color, la
forma, o el tamaño (Estévez-González, García-Sánchez y Junqué, 1997;
Allegri y Harris, 2001).
Por su parte, el mecanismo de selección bottom-up se
asocia a los procesos que intervienen cuando la atención se dirige a un
estímulo particular en el cual sobresalen ciertas características, como puede
ser la infrecuencia, la novedad, la intensidad o la relevancia en el contexto
en que aparece (por ejemplo, el timbre de un teléfono celular durante la
proyección de una película). Este mecanismo está controlado por el
sistema parietal-frontal que incluye la corteza parietal posterior
inferior, unión temporoparietal y corteza prefrontal (Boujon y Quaireau, 1999;
Etchepareborda y Abad-Mas, 2001).
Sin embargo, como en muchos sistemas biológicos, ambos
mecanismos actúan de forma conjunta, esto es posible de evaluar por ejemplo
cuando se le pide una persona que
detecte la presentación de un estímulo y se le indica previamente en qué región
de la pantalla aparecerá, con esta tarea es posible evaluar el sistema top-down al solicitar el reconocimiento del objeto;
en tanto que el sistema de procesamiento bottom-up se puede evaluar al
detectar la presentación repentina del objeto (un estímulo novedoso y
sobresaliente). Por ejemplo, si se solicite que reconozca una letra O, reconociendo forma y tamaño entre un
conjunto de letras E dispuestas a lo largo de toda la pantalla (Allegri
y Harris, 2001).
Sin embargo, es importante señalar que aunque la
corteza prefrontal está muy relacionada con la atención, no se encraga
exclusivamente de este proceso, ya que por tratarse de un área de asociación,
interviene en otras funciones cognitivas como el control cognitivo, la memoria
de trabajo, la recuperación de información episódica y la capacidad para
alternar simultáneamente entre diferentes tareas. De ahí la importancia de la
atención en tareas complejas (Allegri y Harris, 2001; Killgore, Kahn-Greene, Grugle, Killgore, Balkin, 2009).
Por otra parte, se ha descubierto que también la
corteza prefrontal en sus regiones dorsolateral y ventrolateral se activan
cuando las personas deben manipular información (por ejemplo, reordenar tres
objetos en función de su agrado), en la memoria de trabajo, la cual es una
tarea diferente a cuando los sujetos sólo deben mantenerla disponible (repetir
las tres palabras); en este último caso, sólo se activa la corteza prefrontal ventrolateral
(Ruiz y Cansino, 2006; Killgore, Kahn-Greene, Grugle, Killgore, Balkin, 2009).
Es aquí que si se piensa que sólo unas cuantas
estrcuturas participan, pues el sistema abre la puerta a otras estrcururas que
convierten el proceso en algo aún más complejo, pues la corteza prefrontal no
es la única encargada del proceso de la atención, ya que está relacionada
también con la lateralización cerebral, ya que aunque la atención es una
función bilateralizada, cada hemisferio estaría funcionalmente especializado,
por ejemplo, el hemisferio izquierdo ejerce un control unilateral
(contralateral) y el hemisferio derecho un control bilateral, además de regular
el sistema de atención selectiva y mantener el estado de alerta, por lo
que las estructuras encargadas de la atención deben cumplir otras funciones, de
ahí que sea posible hablar de la relación entre atención, aprendizaje y memoria
(Estévez-González, García-Sánchez y Junqué, 1997).
Referencias
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Quaireau, C. (1999) Atención, aprendizaje
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M.C. y Abad-Mas, L. (2001) Sustrato biológico y evaluación de la atención.
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Barkley aplicado al trastorno por déficit de atención con hiperactividad: una
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2 comentarios:
Y si una persona es zurda que sucede? Esa condición podría afectar el aprendizaje?
Gracias .
Muchas gracias por tu comentario. El ser zurdo tiene que ver con la lateralidad y no con la atención, pero bien puedes tener un zurdo con problemas de atención.
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