No sé a ustedes
pero a mi me parece increíble la forma en que la naturaleza usa la energía y
los recursos para crear obras maestras como las flores, las abejas o los cerebros.
Un ejemplo de
ello es el desarrollo cerebral, ya que la formación del tejido nervioso comienza
con la formación de un simple tubo, el llamado tubo neural y a
partir de la inducción del neuroectoderma (esto es parte del ectodermo que es la capa celular primaria más externa del embrión que
origina los sistemas nerviosos central y periférico, incluidas algunas células
gliales), este proceso ocurre en el humano entre la tercera y cuarta
semana gestacional y envolverá las más fascinantes funciones que sea posible
imaginar.
Pero, el camino
no es simple, ya que una vez formado el tubo neural se produce una
diferenciación en tres dimensiones: la primera da lugar a la medula espinal, la
segunda va a dar lugar al tallo y tronco cerebral, así como al cerebelo,
mientras que la tercera porción desarrollará los hemisferios cerebrales.
A esta etapa se le llama proencefálica proceso
que se produce entre la quinta y décima semana gestacional y durante el cual se
desarrolla una activa neurogénesis (desarrollo de neuronas) a partir de células
precursoras neuronales, que tienen una característica especial y es que no
maduran y no proliferan, pues habrá que esperar el siguiente momento para tal
diferenciación (Poch, 2001).
Entre la octava
y décimo octava semana gestacional, se produce una activa proliferación
neuronal, las células precursoras comienzan a diferenciarse para producir
nuevas células precursoras y células neuronales que se diferencian a neuronas
propiamente tales y a células gliales (astrocitos y oligodendrocitos).
La velocidad de proliferación en este período que
ocurre entre el 2º y 4º mes de vida intrauterina es impresionante ya que se
forman alrededor de 200.000 neuronas por minuto, tan rápido como cualquier
pensamiento dominguero, a esta proliferación celular, se le conoce como neurogénesis,
este proceso ocurre poco a poco, y después de pasar por varios ciclos de división
celular, esta se detiene, ya que se sabe que todo en exceso es malo.
Aun cuando se desconoce lo que pone en marcha
y posteriormente detiene al mecanismo de proliferación en cualquier región, es
claro que los periodos están rígidamente determinados, aunque que se sabe que depende de factores
neuronales específicos de la región del cerebro donde ocurre y de las funciones
que ejercerá, por lo que entre 3º y 5º
mes ocurre la migración de las neuronas, guiadas por procesos gliales en base a
señales químicas y por factores de crecimiento neural, mediados por genes
reguladores que determinan la actividad de otros genes en una secuencia
definida y por lapsos precisos y en regiones específicamente determinadas.
Lo que ya se ha
podido observar es que las células diferenciadas comienzan a emigrar desde las
zonas ventriculares (centrales) hacia las zonas más periféricas del cerebro en
formación (neocorteza).
Esto es, las
que comienzan primero ocupan las capas más profundas de las capas de la
corteza, mientras que las que comienzan más tardíamente, ocupan las capas más
superficiales.
Esta migración
radial de las neuronas hacia la periferia, utiliza las células gliales como
guía ya que estas forman un andamiaje que facilita el movimiento de las
neuronas. La emigración neuronal se produce en dos regiones principalmente, en
el tálamo e hipotálamo, donde las neuronas más antiguas son empujadas por
las neuronas más nuevas, por lo cual las primeras se ubicarán en la periferia.
En cambio, en las regiones del cerebro de estructura laminar, como es el caso
de la corteza y el cerebelo, las neuronas mas jóvenes emigran traspasando a las
más antiguas, con lo cual estas últimas van a quedar mas cerca del
neuroepitelio y las mas jóvenes en la periferia.
El proceso de migración neuronal ocurre entre la décimo segunda y la vigésimo cuarta semana
gestacional, pero cabe mencionar que no
todas las células sobreviven ya que durante la neurogénesis y la emigración
neuronal aproximadamente un 50% de las neuronas sufren apoptosis,
esto quiere decir que mueren en forma programada, probablemente porque no
siguen el curso de emigración correcto y/o porque no reciben los estímulos
adecuados del resto de las redes que se van creando, pero la respuesta correcta
aún es un misterio.
Una cierta
proporción de las neuronas que sobreviven (20%) emigra horizontalmente y una
vez finalizada la emigración radial, para permitir la formación de la
laminación (segmentación) cortical, es así que las neuronas buscan su camino,
motivadas por estímulos químicos (los factores neurotróficos), prolongando su
estructura en uno de sus extremos, lo que origina los llamados conos de
crecimiento axonal.
En forma simultánea a la migración neuronal
se produce la sinaptogénesis (formación de sinapsis),
aunque esta es muchísimo más intensa entre la duodécima y la duodécimo cuarta
semana gestacional, pero persiste en forma muy activa hasta el octavo o noveno
mes post natal (Avaria, 2005; Sanhueza, Nieto y Valenzuela,
2004, Sagan, 2003; Poch, 2001).
Es interesante destacar que la
sinaptogénesis pre natal está determinada principalmente por el patrimonio
genético del individuo. Sin embargo, en la etapa post natal la sinaptogénesis
también es afectada por las experiencias sensoriales, particularmente por el
proceso de aprendizaje y la estimulación del ambiente.
La neurogénesis y las etapas
posteriores asociadas a este proceso morfogénico conducen a la formación de
aproximadamente 100 mil millones de neuronas en un cerebro adulto y a varios
trillones de sinapsis. Esto implica que un número importante de los 30.000
genes que poseemos deben estar involucrados en este complejo proceso,
expresándose coordinadamente en forma simultánea y/o secuencial.
Sin embargo, aún no se ha logrado
comprender este prodigioso proceso, ya que una región que posee 20.000 genes,
solo forma 302 neuronas y el tejido nervioso que forman dista mucho de tener la
funcionalidad del cerebro humano (Sanhueza, Nieto, y Valenzuela, 2004).
Es así que como
consecuencia de la expresión diferencial de los genes en el curso del
tiempo, y en las diferentes células de las distintas estructuras embrionarias,
que se da el proceso de desarrollo, pero este depende de mucho más que de
una secuencia de bases del genoma y de la historia y composición del genoma de
los progenitores.
Si bien el
genoma confiere la especificidad y la individualidad a ese nuevo
organismo, su expresión depende no solo de bases de ADN, sino también del
entorno proteínico y ambiental en el que se encuentra
(Vásquez Laslop y Velázquez Arellano, 2004).
Una
vez que termina de desarrollo intrauterino, cuando nace un nuevo ser humano, si
bien es cierto que las células neuronales están ahí, dispuestas a
conectarse unas con otras, tendrán que pasar entre 2 y 3 años antes de que
logren hacerlo de manera lógica, pues las relaciones entre ellas dependen de
las necesidades del entorno.
Cuando
nacen, los cerebros de los recién nacidos funcionan pero son muy inmaduros, en
parte por que el cerebro necesita mucha flexibilidad para adaptarse al
ambiente. Esto les impide realizar funciones que otros mamíferos logran en
pocos días o semanas después del nacimiento, por ejemplo, los bebés humanos
requieren de mucho esfuerzo para fijar la mirada, o el control el tronco para
sentarse. Sin embargo, nacen equipados con reflejos que les permitirán la
adaptación al nuevo entorno, como el reflejo de succión, que le
dará el alimento que requiere para ayudar a su desarrollo, aunque existen otros
como el parpadeo y el llanto que le brindarán la oportunidad de tener contacto
con los cuidadores (Quintero Gallego, Manaut, Rodriguez, Pérez –
Santamaría y Gómez, 2003).
El número de
células generadas en el cerebro fetal es entre un 30 y un 70% superior al
número de neuronas del adulto. Las células sobrantes sobreviven por un período
de días a semanas, tras lo cual, en forma espontánea, se inicia una cascada de
cambios degenerativos y un proceso fisiológico de muerte celular
programada. En la imagen, es posible observar las diferencias
entre el nacimiento y los dos años de desarrollo, aunque parece que hay mayor
maraña neuronal, en realidad lo que se encuentran son menos neuronas con mayor
cantidad de redes neuronales, conexiones entre neuronas, es decir comunicación
interneuronal, con lo cuál se permite una red más firme que procure habilidades
más específicas.
En este
sentido, se ha encontrado que la eliminación selectiva de las conexiones
sinápticas, es un proceso fundamental en el desarrollo cognitivo del niño, ya
que se ha observado relación entre los cambios de la sustancia gris del lóbulo
frontal y la evolución en la realización de tareas cognitivas (Capilla, Romero,
Maestu, Campo, Fernández, González Márques, Fernández y Ortiz, 2004; Hubel y
Wiesel, 1970).

Hay quienes
dicen que los primeros dos años son los más importantes para la enseñanza de
los niños, y hay quienes insisten en que las matemáticas, la música o los
idiomas extranjeros son importantes para este periodo crítico del desarrollo,
sin embargo, no hay evidencia de que esto sea vital para el proceso de
desarrollo cognitivo, pues perfectamente se pueden aprender después de que los
proceso más importantes se desarrollan.
Lo que se logra
con esto es proceso de organización cerebral, el cual se inicia a
los seis meses de gestación y se prolonga durante toda la vida. Aunque los ritmos varían, así, como ya se ha
mencionado, durante el último trimestre de gestación y los primeros dos años de
vida, el ritmo de organización es acelerado, luego se hace menos rápido hasta
los 10 años de vida aproximadamente, para proseguir de forma pausada durante el
resto de la vida.
Durante la fase
de aceleración, se produce un gran aumento de prolongaciones dendríticas y sus
pequeñas ramificaciones, lo que se ha llamado arborización dendrítica,
que forman numerosas sinapsis, de modo tal que todas las células y sus
prolongaciones se disponen en capas y se orientan, al mismo tiempo que se
produce la muerte celular programada y la diferenciación y especialización
neuronal, todo esto dependiendo de las interacciones con el medio ambiente y de
factores genéticos.
Así se
encuentran crestas de las ramificaciones neuronales, los picos de densidad se
presentan en diferentes edades pero también en distintas zonas cerebrales. De
este modo se observa un rápido y denso desarrollo tanto en la corteza
visual y la auditiva entre los 3 y 4 meses postnatales y la máxima densidad,
alrededor del año de vida. Por el contrario, el crecimiento de la zona
prefrontal se presenta a la misma edad, pero el pico máximo se alcanza hasta
después del primer año de vida.
Las únicas
excepciones son las células granuladas del bulbo olfatorio, el cerebelo y el
hipocampo, que continúan su génesis después del nacimiento y continúan por toda
la vida (León Carreón, 2003).
Sin embargo,
existe también una fase regresiva, en la cual se presenta una perdida selectiva
de sinapsis, ésta se produce tras los periodos de gran intensidad. Del mismo
modo que los crestas de formación sinápticas, el tiempo de reducción varia
entre las distintas regiones, por ejemplo, la densidad sináptica de la corteza
visual, disminuye entre los 2 y 4 años, mientras que los de la corteza
prefrontal, ocurre entre los 10 y 20 años de edad aproximadamente (Poch, 2001, Sagan, 2003).
Estos periodos
coinciden con las etapas de desarrollo cognitivo explicadas ampliamente por
Jean Piaget, si se equiparan las fases de desarrollo cerebral, ya sea de
arborización dendrítica o de desarrollo de la materia gris, coinciden con
los periodos marcados para el progreso cognitivo. Desde ambas posturas, el
ambiente jugará un papel protagónico, pero en el caso del desarrollo cerebral
se sumarán, infecciones intrauterinas, patologías cromosómicas o déficit
nutricionales que pueden afectar directamente el desarrollo dentro del útero
materno.
Cerebralmente,
la mielinización, (la cual es un recubrimiento de las conexiones
neuronales por una membrana especializada que permite
una adecuada transmisión de los impulsos nerviosos), es fundamentalmente un proceso
post natal, que ocurre en ciclos, con una secuencia ordenada predeterminada que
contribuye en gran medida a mejorar la funcionalidad del cerebro ya que
produce un incremento en la velocidad de conducción de los impulsos nerviosos.
En este sentido
se ha encontrado que hay un incremento de la sustancia blanca a lo largo de la
niñez, lo que probablemente refleja el aumento de la mielinización (Quintero
Gallego, Manaut, Rodriguez, Pérez – Santamaría y Gómez, 2003; Capilla, Romero,
Maestu, Campo, Fernández, González Márquez, Fernández y Ortiz, 2004; Avaria,
2005).
Sin embargo,
este proceso, al igual que los proceso madurativos, se presentan en distintos
momentos, en particular se ha comprobado que las áreas de proyección, maduran
antes que las asociativas, por lo que las últimas en adquirir una apariencia
mielinizada son los lóbulos frontal parietal y occipital (Quintero Gallego, Manaut, Rodriguez, Pérez –
Santamaría y Gómez, 2003; Capilla, Romero, Maestu, Campo, Fernández, González
Márques, Fernández y Ortiz, 2004; Avaria, 2005).
Referencias:
Avaria, M. A. (2005) Aspectos
biológicos del desarrollo psicomotor. Revista de Pediatría.
Electrónica. 2 (1). Disponible en red:
http://www.revistapediatria.cl/vol2num1/pdf/6_dsm.pdf
Capilla, A., Romero, D.,
Maestu, F., Campo, P., Fernández, S., González Márques, J., Fernández, A. y
Ortiz, T. (2004) Emergencia y desarrollo cerebral de las funciones ejecutivas. Acta.
Esp. Psiquiatr. 32 (2) 377 – 386.
Hubel D., Wiesel T. (1970) The
period of susceptibility to the physiological effects of unilateral eye closure
in kittens. J Physiol. 30 (4) 206- 212.
León Carrión, J. (2003) Células
madre, genética y neuropsicología. Revista Española de Neuropsicología.
5 (1) 1-13.
Poch, M.L. (2001) Neurobiología del
desarrollo temprano. Contextos educativos. 4. 79-94.
Quintero Gallego, E., Manaut, E. ,
Rodriguez, E., Pérez – Santamaría, J., y Gómez, C. (2003) Desarrollo
diferencial del cuerpo calloso en relación con el hemisferio cerebral. Revista
Española de Neuropsicología. 5 (1) 49-64.
Sanhueza, J., Nieto, S. y
Valenzuela, A. (2004) Acido docosahexaenoico (dha), desarrollo
cerebral, memoria y aprendizaje: la importancia de la suplementación perinatal.
Rev Chilena Nutrición. 31 (2) Disponible en:
http://dx.doi.org/10.4067/S0717-75182004000200002
Sagan, C. (2003) Los dragones del
Edén: especulaciones sobre la evolución de la inteligencia humana.
Barcelona. Crítica.
Stromswold, K. (1995) The
cognitive and neural bases of language acquisition: The cognitive
neurosciences. Cambridge, MA: MIT Press.
Vásquez Laslop, M. y Velázquez
Arellano, A. (2004) Genómica y el desarrollo de un nuevo individuo. En A.
Velazquez (2004) Lo que somos y el genoma humano: des-velando nuestra
identidad. Ediciones científicas universitarias. UNAM. FCE.
4 comentarios:
Excelente material Alma. Con tu permiso lo voy a rebloguear.
Enhorabuena
Que bueno que te ha gustado. Todo lo que lees aqui es para compartir, criticar, comentar:). Es un honor que les parezca buen material. Muchos profesores lo usan como material didactico, lo cual me hace muy feliz:).
Un material muy interesante y bien estructurado. Felicitaciones
Muchas gracias Patricia! :)
Publicar un comentario