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martes, 26 de febrero de 2013

División por lóbulos cerebrales



Si se observa al cerebro dividiéndolo en mitades, se encuentran dos hemisferios, el  derecho e izquierdo, cada hemisferio está formado por dos estructuras indivisibles: la corteza cerebral y la sustancia blanca. La primera está formada por el cuerpo y las prolongaciones delgadas de las neuronas (células principales del sistema nervioso) y la segunda por las prolongaciones gruesas o axones y ninguno de estos dos elementos pueden funcionar de manera aislada. La superficie de cada hemisferio cerebral forma pliegues que están separados por un espacio profundo en la línea media en cuya profundidad está el cuerpo calloso que conecta a los dos hemisferios.

 Para facilitar la descripción se acostumbra a dividir cada hemisferio en lóbulos que se denominan de acuerdo al nombre de los huesos craneanos debajo de los cuales se ubican y así se tienen los lóbulos frontales, parietales, temporales y occipitales. Se atribuyen distintas funciones y procesos a cada uno de los lóbulos, sin embargo, se sabe que el cerebro trabaja de manera conjunta.

Sin embargo estas divisiones son ambiguas y de algún modo arbitrarias, y se usan solo con fines esquemáticos, pues por ejemplo si se toma el cíngulo anterior, ¿es parte de la corteza pre frontal? y es ahi donde no quedan claros los límites, aunque se usan con fines didácticos.



El lóbulo frontal se encuentra en la parte más anterior del cerebro. Ahí se encuentran  representados todos los músculos del cuerpo y su función consiste en diseñar los movimientos individuales de cada uno; además almacena programas de actividad motora reunidos como resultado de la experiencia pasada.



Se dice que produce la formación de palabras y está relacionado con la constitución de la personalidad del individuo, se dice que regula la profundidad de los sentimientos y se asocia con la determinación de la iniciativa y el juicio del individuo; regula el sentido de anticipación del futuro y es el centro de la ansiedad.



Por si fuera poco, además permite la  relación entre la visión y la posición bípeda del ser humano y parece estar vinculado funcionalmente con procesos más cognitivos que emocionales tales como la introspección y la coordinación del pensamiento orientado por estímulos y el pensamiento independiente.



Otra división está dada por el lóbulo  parietal, el cual se localiza en la superficie lateral del cerebro, cerca de la coronilla, detrás y por encima de la cisura central. Su principal función consiste en recibir e integrar diferentes modalidades sensitivas.



Por ejemplo, reconoce objetos colocados en las manos sin ayuda de la vista, incluso maneja información sobre forma y tamaño de los objetos relacionándola con experiencias pasadas; también alberga la capacidad de leer y diseñar mapas, ya que permite la orientación  en el espacio tridimensional y la habilidad de emplear símbolos, por lo que también tiene parte en la elaboración del lenguaje, una lesión en esta área produce alexia, es decir, la dificultad para descifrar la escritura y las lesiones en este lóbulo son las que provocan mayor deterioro intelectual y de la vida cotidiana.



Por su parte el lóbulo  occipital, se  ubica en la parte posterior del cerebro, a la altura de la coronilla,  su función consiste en relacionar la información visual recibida por el área visual primaria con experiencias visuales pasadas, lo que permite reconocer y apreciar lo que se está viendo.



 En el lóbulo occipital es donde realmente se visualiza el mundo. Las lesiones en esta región merman la capacidad visual, en algunos casos los pacientes perciben solo el campo visual lateral, reportando  manchas negras en los campos laterales. Si la lesión no es muy grande, puede que reporte solo puntos o manchas que se mueven junto con los movimientos de los ojos.



Para concluir con esta división cerebral cabe mencionar al  lóbulo temporal, el cual se ubica también en las partes laterales del cerebro. En esta área a su vez se encuentran las áreas auditivas que se vinculan con la recepción e interpretación de sonidos, así como el área sensitiva del lenguaje conocida como área de Wernicke, que permite la compresión del lenguaje hablado y de la escritura, es decir, completar el proceso de lectura de una frase, comprenderla y leerla en voz alta, en este sentido, la cadena de eventos tiene la tarea de conectar los estímulos auditivos con los visuales.



Las lesiones en esta región pueden resultar en distintas dificultades para la expresión escrita, aun cuando la habilidad lingüística no se vea afectada, pues a veces los individuos tienen la capacidad de escribir, pero no de leer, mientras que a veces pueden distinguir los números pero no las letras, o bien nombrar los objetos pero no los colores; también puede verse afectada la capacidad de reconocer rostros, aun de las personas más allegadas, aunque una persona es capaz de reconocer objetos inanimados o animales. Esto muestra la división de tareas cerebrales y lo complejo de su integración.



A pesar de que no existen diferencias en la arquitectura cerebral de hombres y mujeres. Si se encuentran ligeras diferencias en el volumen de estos. En este sentido, aun cuando los varones poseen cerebros con mayor volumen, las relaciones de proporción de los principales lóbulos son similares.



En ambos sexos, el lóbulo frontal supone aproximadamente el 38 % de los hemisferios (con una variación entre el 36 y el 43%); el lóbulo temporal, el 22% (con una variación entre el 19 y el 24 %); el lóbulo parietal, el 25 % (con una oscilación entre el 21 y el 28 %), y el lóbulo occipital, el 9% (con una oscilación entre el 7 y el 12 %). Estas diferencias, aunque sutiles tendrán cierto impacto en los procesos de aprendizaje, ya que muestran una tendencia, que de ningún modo es determinante, a que los varones tengan mejor capacidad visoespacial y las mujeres mejor capacidad verbal.



Aunque el cerebro es un cúmulo de procesos que parecen caóticos, en realidad los estudios separados han mostrado que existe un cierto orden, aunque aún no se conocen del todo.



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jueves, 14 de febrero de 2013

Programa de neuromodulación ambiental asistida para el tratamiento de trastornos del desarrollo

Los trastornos del desarrollo, en cualquiera de sus facetas y diagnósticos, por ejemplo Trastornos del Espectro Autista, Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad,  Trastornos Generalizados del Desarrollo, Trastornos Generalizado del Lenguaje, o Trastornos No definidos del Desarrollo, tienen un impacto en el aprendizaje y la manera en que los niños atienden a los estímulos del medio.

Hasta hace poco tiempo, los programas especializados de atención, se centraban en lograr en la medida de lo posible la adaptación en conductas de autocuidado en el mejor de los casos, o bien se aseguraba que no había mucho que hacer por los niños pues estos no son capaces de aprender.

Si bien el tema del aprendizaje, ha sido ampliamente estudiado desde distintas perspectivas y en años recientes gracias al avance tecnológico, ha sido parte de diversos  estudios con redes neuronales artificiales, las cuales tienen un punto de engranaje con la evolución de sistemas complejos. El desarrollo de éstas ha permitido comprender como la naturaleza ha dotado a los sistemas con la habilidad para  adaptarse al medio, que es la línea que permite la pervivencia de las especies, lo cual puede ser clave para el trabajo con los niños con trastornos del desarrollo,  a partir  de la  necesidad de comprender su  desarrollo como un sistema flexible.

Esto se nutre de otros estudios como los de la plasticidad cerebral y las aplicaciones de dichos principios considerando desde los principios de neurogénesis que se encuentran en los primeros pasos de comprensión, hasta idea del conectome y proteome que permiten comprender el modelamiento que el medio ambiente logra sobre los sistemas cognitivos.

Es así que el trabajo con los niños con trastornos del desarrollo abre un puerta a explorar posibilidades para el tratamiento psicoeducativo, dejando atrás el mito de que “algunos niños jamás serán capaces de aprender”.

Rompiendo mitos

La creencia generalizada  de que se requiere un sistema nervioso complejo para que sea posible la adaptación al medio o bien un cambio que desencadene una reacción nueva en un organismo ha quedado atrás y se ha comenzado a reconocer que las redes químicas pueden evolucionar en sistemas simples que permiten analizar la capacidad para operar rutinas por parte de un organismo. Ejemplo de esto son los estudios sobre muestras químicas creadas in silico o bien el estudio de los priones, que  han abierto la puerta a la comprensión de los mecanismos de adaptación y aprendizaje a nivel proteínico.

Es así que la lección fisiológica es que la adaptación al medio no es un mecanismo creado a partir de un cerebro flexible que aprende, sino una herencia evolutiva creada para que las especies se desarrollen y sobrevivan ya que posiblemente esta misma respuesta adaptativa fue heredada dando lugar a  otros procesos más complejos como las redes neuronales que actualmente se estudian en su conjunto  con el nombre de connectome.

El connectome que es un mapa de las conexiones neuronales, y que busca describir la estructura cerebral, pues así como el genoma es más que una yuxtaposición de genes, el conjunto de conexiones neuronales es mucho más que la suma de sus componentes individuales.

Esto debido a que el connectome contiene millones de veces más conexiones que las letras del genoma, pero además cada quien va creando las conexiones específicas a partir de las interacciones con el medio, por lo que cada uno es su connectome, el cual se forma basado en 4 principios: reponderación que significa cambios en la fortaleza de las sinapsis; reconexión que es la creación y eliminación de sinapsis; recableado que es la creación y eliminación de ramas neuronales y regeneración que es la creación y eliminación de neuronas.

A esto se le han de sumar los miles de años de evolución en que estos procesos se han desarrollado, pues como explica Dehaene (2011) el cerebro representa la respuesta de la evolución lenta de las especies gobernadas por el principio de la selección natural, misma que se ha perfeccionado a lo largo de los años permitiendo al cerebro optimizar la forma en que procesa el enorme flujo de información sensorial recibida para adaptar las reacciones del organismo a un ambiente competitivo y a veces hostil.

Esta adaptación al medio es la clave para la pervivencia de la especie, sin embargo, aún hay cambios que se gestan a partir de los elementos disponibles. 

En un mundo hecho por el hombre, los cableados y funciones neuronales seguramente estarían regulados por procesos en perfecto orden y funcionalidad a partir de patrones deseables, pero la naturaleza aún está experimentando con los recursos con los que cuenta. 

En este sentido los sistemas naturales continúan experimentando y haciendo adaptaciones en busca de mejoras, una de los primeros intentos por explicar esto a gran escala fue el llamado Efecto Baldwin), también conocido como la evolución ontogénica que es una teoría del probable proceso evolutivo del aprendizaje, la cual fue publicada por primera vez en 1896. La teoría propone un mecanismo para la capacidad de aprendizaje en general, pues los descendientes seleccionados de un grupo, pueden tener mayor capacidad de aprender nuevas habilidades en lugar de limitarse a las capacidades otorgadas por el código genético el cual es relativamente rígido.

Aun cuando la teoría de la evolución ontogenética ha recibido distintas críticas, en parte porque es muy difícil controlar los cambios ambientales en las especies superiores. Pero permitió ver a las entidades biológicas desde una perspectiva distinta, por lo que bajo el supuesto de que el cerebro se puede adaptar y aprender de la experiencia pasada, pues la evolución específica no solo conductas heredadas sino que agrega metas heredadas que son usadas para guiar el aprendizaje bajo las órdenes de un código genético que tiene dos componentes en las especies. 

En este sentido se puede decir que la evolución de las redes neuronales contiene información no solo en términos genéticos, sino también una colección de conductas desarrolladas por los antecesores que puede ser comprendida como la cultura.

Es entonces que cultura tiene una papel primordial debido a que las adaptaciones en el entorno no siempre están determinadas por códigos cerrados y por ende no pueden llegar a ser más fuerte que los establecidos por la selección (incluidos los cambios en el entorno social). 

Esta idea  ha generado diversas líneas de investigación y una de ellas es justamente la neuromodulación ambiental asistida.

El proceso de Neuromodulación

El proceso de neuromodulación no es nuevo, surge de la observación de que diversas clases de neurotransmisores en el sistema nervioso regulan diferentes grupos de neuronas. A diferencia de la transmisión sináptica directa en el que se requiere un proceso pre sináptico y otro post sináptico, los transmisores neuromoduladores secretados por un pequeño grupo de neuronas se difunden a través de grandes áreas del sistema nervioso.  Algunos neuromoduladores son la dopamina,  la serotonina, la acetilcolina, la histamina entre otros.

Los neuro moduladores se segregan de manera natural como respuesta a los contextos ambientales o bien pueden ser aplicados de manera específica que es la línea que la neuro modulación ha desarrollado mayormente. 

Sin embargo este artículo busca centrarse en la aplicación de programas contextuales para la adquisición de aprendizajes simples a partir de interacciones medioambientales para el tratamiento en los trastornos del desarrollo, sin que éstos requieran implantes o procedimientos clínicos.

¿Cómo funciona?, rompiendo hábitos ambientales, creando hábitos personales

A diferencia de las terapias asistidas, ya sea de corte conductual o cognitivo conductual, el proceso de neuro modulación se aplica en los ambientes en el que él niño o niña se integra, esto es su hogar, la escuela, o cualquier lugar donde se encuentre de visita.

El primer análisis del contexto consiste en los hábitos familiares, los cuales muchas veces están cargados de frustración y desorden. Se rediseñan ambientes y se crean sistemas de hábitos en los que todos los miembros de la familia puedan sentirse bien.

Una vez que se ha diseñado el conjunto de hábitos se estudia lo que el menos es capaz de hacer a diferencia de las terapias tradicionales que se enfocan en la dis capacidad, este modelo busca observar el entramado cognitivo que permitirá la creación de nuevas tareas y procesos.

Los procesos sensoriales

Los padres o cuidadores se hacen cargo de un programa diseñado exclusivamente para cada niño que tiene como meta el moldeamiento de tareas específicas requeridas dentro del ambiente, por ejemplo, es común encontrar retrasos en la adquisición del habla, pero comprensión del lenguaje en los niños, en parte porque los padres, al notar el retraso en el desarrollo, dejan de estimular a los niños y se vuelven traductores  de los niños, por lo que se enseña a los padres a estimular al niño, comenzando con palabras simples.

Una de las primeras palabras que se desarrolla fácilmente es AGUA, se indica al responsable a que cada vez que el menor se encuentre frente al estímulo se diga AGUA, y esto ocurre en diversas ocasiones y contextos durante el día, por ejemplo cuando se lava las manos del pequeño, al beberla, al momento del aseo diario, al principio solo se dice la palabra lentamente sin que a meta sea que el niño la repita, tampoco importa si este pone toda su atención ante el estímulo, la meta es que se escuche en el contexto la palabra.

En poco tiempo, los niños comienzan ya sea a intentar usar la palabra o bien, son capaces de usarla de manera apropiada. Si se logra la meta, entonces se inicia con adjetivos como AGUA fría, caliente, rica, fresca.

Uno de los errores es que se forcé a los niños a realizar tareas que para el adulto puede ser simple, pero que para un sistema nervioso que aún no integra estímulos se convierte en algo sumamente complejo, por ello se modula  la tarea, dividiéndola en subtareas partiendo del supuesto de integración sensorial planificada. 

Regresando el ejemplo de AGUA, éste concepto es una sucesión de 3 sonidos acomodados de cierta forma, es un objeto, con forma, textura y temperatura, por lo que se escucha, se ve, se siente, por lo que para la aprehensión de la misma, primero se expone al pequeño al sonido, luego a la vista y luego al tacto, de modo tal que el sistema sensorial es capaz de reconocer  este estímulo de manera diferenciada y en caso de que alguna área cerebral esté afectada, sea posible adquirirla por alguna otra entrada sensorial.

Es así que la división de tareas es importante para la comprensión y consolidación de estímulos, que se encuentran en el ambiente inmediato y que permiten traspolar lo aprendido, ya que es común que en las terapias de consultorio se aprenden conceptos que no son capaces de reproducirse en otros ambientes.

En este caso es posible emplear diversos objetos que aproximen de manera clara y relajada al niño al mundo que le rodea.

¿En qué se diferencia este modelo? 

Parte del supuesto de que todos los cerebros, sin importar el grado de daño fisioanatómico son capaces de aprender bajo las condiciones adecuadas, y el modelamiento controlado, dejándole libre para explorar.

No existen respuestas correctas o incorrectas, si el niño no es capaz de lograr la tarea, no importa, pues ya será capaz de hacerlo mañana, ya que no existen ideales, cada niño es único.

El niño se adapta al ambiente y no el ambiente al niño. Cuando se enseña a adecuarse al ambiente, existe menos tensión, frustración y la calma permite mucho más que las terapias conductuales tradicionales.

La atención se moldea en tiempos mínimos, que comienzan con 5 segundos, 6 segundos, 7 segundos y sucesivamente, no se fuerza al niño a mantener la atención por periodos largos pues se sabe que esto no siempre funciona y es frustrante. De este modo la atención es sostenida y eficaz sin forzar las sensaciones.

La guía del terapeuta es importante, pues junto con reportes semanales se permite ir construyendo el programa a seguir, pues éste no es un modelo rígido, sino un entramado flexible que permite el aprendizaje  modelado y acompañado. Las metas  se plantean a corto, mediano y largo plazo. No hay fórmulas mágicas, solo motivación para evitar el retroceso cognitivo.

No hay regaños, ni castigos, se aprende a apreciar los logros por pequeños que sean y se construye con ellos una base sólida de aprendizaje, a partir de hábitos que dan confianza al niño, ya que el centro de ésta modalidad terapeútica es la idea de que SI se es capaz de aprender, a partir de una dotación natural que busca la pervivencia de la especie.

Referencias

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viernes, 8 de febrero de 2013

Medios de protección cerebral



El cerebro tiene diversas barreras de protección contra accidentes y contra algunas enfermedades, estás son en primer lugar, el cráneo, pero también se cuenta con un líquido que sirve de amortiguador contra golpes,  que es además una barrera biológica, y finalmente tiene las meninges para protegerlo contra infecciones.

El cráneo es una estructura ósea, no expansible en el adulto, recubierta por el cuero cabelludo  y formado por la combinación de 8 huesos yuxtapuestos, 2 pares (temporal y parietal) y 4  impares (frontal, esfenoides, etmoides y occipital), que forman una caja ósea asegurando la protección del cerebro y sus envolturas.

Comprende dos regiones bien diferenciadas: la bóveda y la base. La primera está formada por los huesos frontal, parietales y occipital, unidos por las suturas (coronal, sagital y lambdoidea) y presenta dos capas óseas sólidas, la externa y la interna separadas por un tejido esponjoso llamado diploe.

Durante el primer año de vida, debido a la presencia de las fontanelas y la no consolidación de las suturas puede haber un aumento de la circunferencia cerebral producto de un incremento de la presión intracraneal.

A partir de los 18 meses de vida se cierra la fontanela anterior y el cráneo comienza a ser una caja rígida poco distensible. La base del cráneo la forman los huesos frontal, etmoides, esfenoides, temporales y occipital, y está atravesada por numerosos agujeros por donde salen nervios y venas y por donde penetran las arterias nutrientes del cerebro. La bóveda y la base limitan así la cavidad endocraneana que contiene al cerebro en si mismo.

 Otro medio de protección es el líquido cefalorraquídeo, éste ocupa el 20% del volumen de la bóveda craneana. Es un líquido que fluye hacia el sistema nervioso central incluyendo la médula espinal. El volumen promedio en niños es de 90 ml, con una producción de 0,35 ml por minuto. En situaciones de aumento de la presión endocraneana este líquido es el responsable de mantener una presión intracraneal dentro de límites normales desplazando su volumen hacia los espacios de reserva.

 La siguiente barrera de protección son las meninges que son 3 membranas que envuelven al sistema nervioso central. Si se les mira de la más externa a la más interna se encuentran: duramadre, aracnoidea y piamadre. La duramadre se conoce también como paquimeninge y las dos últimas en conjunto se les llama también leptomeninges.


La duramadre es la envoltura más externa del cerebro, constituida por tejido fibroso, sólido y espeso, habitualmente adherida a la tabla interna del hueso formando compartimientos independientes que protegen al cerebro de desplazamientos masivos durante los golpes o situaciones de desaceleración bruscas.

Mientras que la aracnoidea es una membrana transparente y avascular que recubre el cerebro pasando como puente entre los surcos y las circunvoluciones. Entre el cerebro y la aracnoides existe un espacio donde circula el líquido cefalorraquídeo. Finalmente, la piamadre es la membrana muy tenue y muy vascularizada unida íntimamente a la corteza cerebral a la que sigue hasta en sus más mínimos repliegues. 

Si bien todos estos medios de protección se desarrollaron para cuidar de las estructuras del cerebro, existen situaciones para las que no fue diseñado, por ejemplo, evolutivamente el cerebro no fue diseñado para la desaceleración que se presenta cuando un auto frena bruscamente, lo cual crea un movimiento que envía la cabeza primero hacía adelante y luego hacia atrás, haciendo que el cerebro rebote sobre las paredes del cráneo, lo cual es letal pues puede romper las estructuras de conexión entre la médula espinal y el cerebro, ante esto, se hace imprescindible a falta de otra forma de cuidado, el uso del cinturón de seguridad cuando se está en un auto que puede frenar en cualquier instante.

Referencias


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