Los
trastornos del desarrollo, en cualquiera de sus facetas y diagnósticos, por
ejemplo Trastornos del Espectro Autista, Trastorno por Déficit de Atención con
o sin Hiperactividad, Trastornos
Generalizados del Desarrollo, Trastornos Generalizado del Lenguaje, o
Trastornos No definidos del Desarrollo, tienen un impacto en el aprendizaje y
la manera en que los niños atienden a los estímulos del medio.
Hasta hace poco tiempo, los programas especializados
de atención, se centraban en lograr en la medida de lo posible la adaptación en
conductas de autocuidado en el mejor de los casos, o bien se aseguraba que no
había mucho que hacer por los niños pues estos no son capaces de aprender.
Si bien el tema del aprendizaje, ha sido ampliamente
estudiado desde distintas perspectivas y en años recientes gracias al avance
tecnológico, ha sido parte de diversos estudios con redes neuronales artificiales,
las cuales tienen un punto de engranaje con la evolución de sistemas complejos.
El desarrollo de éstas ha permitido comprender como la naturaleza ha dotado a
los sistemas con la habilidad para
adaptarse al medio, que es la línea que permite la pervivencia de las
especies, lo cual puede ser clave para el trabajo con los niños con trastornos
del desarrollo, a partir de la necesidad de comprender su desarrollo como un sistema flexible.
Esto se nutre de otros estudios como los de la
plasticidad cerebral y las aplicaciones de dichos principios considerando desde
los principios de neurogénesis que se encuentran en los primeros pasos de
comprensión, hasta idea del conectome y proteome que permiten comprender el
modelamiento que el medio ambiente logra sobre los sistemas cognitivos.
Es así que el trabajo con los niños con trastornos del
desarrollo abre un puerta a explorar posibilidades para el tratamiento
psicoeducativo, dejando atrás el mito de que “algunos niños jamás serán capaces
de aprender”.
Rompiendo
mitos
La creencia generalizada de que se requiere un sistema nervioso
complejo para que sea posible la adaptación al medio o bien un cambio que
desencadene una reacción nueva en un organismo ha quedado atrás y se ha
comenzado a reconocer que las redes químicas pueden evolucionar en sistemas
simples que permiten analizar la capacidad para operar rutinas por parte de un
organismo. Ejemplo de esto son los estudios sobre muestras químicas creadas in silico o bien el estudio de los priones, que han abierto la puerta a la comprensión de los
mecanismos de adaptación y aprendizaje a nivel proteínico.
Es así que la lección fisiológica es que la adaptación
al medio no es un mecanismo creado a partir de un cerebro flexible que aprende,
sino una herencia evolutiva creada para que las especies se desarrollen y
sobrevivan ya que posiblemente esta misma respuesta adaptativa fue heredada dando
lugar a otros procesos más complejos
como las redes neuronales que actualmente se estudian en su conjunto con el nombre de connectome.
El connectome
que es un mapa de las conexiones neuronales, y que busca describir la
estructura cerebral, pues así como el genoma es más que una yuxtaposición de
genes, el conjunto de conexiones neuronales es mucho más que la suma de sus
componentes individuales.
Esto debido a que el connectome contiene millones de
veces más conexiones que las letras del genoma, pero además cada quien va
creando las conexiones específicas a partir de las interacciones con el medio,
por lo que cada uno es su connectome, el cual se forma basado en 4 principios: reponderación que significa cambios en la fortaleza
de las sinapsis; reconexión
que es la creación y eliminación de sinapsis; recableado que es la creación y eliminación de ramas
neuronales y regeneración
que es la creación y eliminación de neuronas.
A esto se le han de sumar los miles de años de
evolución en que estos procesos se han desarrollado, pues como explica Dehaene
(2011) el cerebro representa la respuesta de la evolución lenta de las especies
gobernadas por el principio de la selección natural, misma que se ha
perfeccionado a lo largo de los años permitiendo al cerebro optimizar la forma
en que procesa el enorme flujo de información sensorial recibida para adaptar
las reacciones del organismo a un ambiente competitivo y a veces hostil.
Esta adaptación al medio es la clave
para la pervivencia de la especie, sin embargo, aún hay cambios que se gestan a
partir de los elementos disponibles.
En un mundo hecho por el hombre, los
cableados y funciones neuronales seguramente estarían regulados por procesos en
perfecto orden y funcionalidad a partir de patrones deseables, pero la
naturaleza aún está experimentando con los recursos con los que cuenta.
En este sentido los sistemas
naturales continúan experimentando y haciendo adaptaciones en busca de mejoras,
una de los primeros intentos por explicar esto a gran escala fue el llamado Efecto Baldwin), también conocido como
la evolución ontogénica que es una
teoría del probable proceso evolutivo del aprendizaje, la cual fue publicada
por primera vez en 1896. La teoría propone un mecanismo para la capacidad de
aprendizaje en general, pues los descendientes seleccionados de un grupo,
pueden tener mayor capacidad de aprender nuevas habilidades en lugar de
limitarse a las capacidades otorgadas por el código genético el cual es
relativamente rígido.
Aun cuando la teoría de la evolución ontogenética ha
recibido distintas críticas, en parte porque es muy difícil controlar los
cambios ambientales en las especies superiores. Pero permitió ver a las
entidades biológicas desde una perspectiva distinta, por lo que bajo el
supuesto de que el cerebro se puede adaptar y aprender de la experiencia
pasada, pues la evolución específica no solo conductas heredadas sino que
agrega metas heredadas que son usadas para guiar
el aprendizaje bajo las órdenes de un código genético que tiene dos componentes
en las especies.
En este sentido se puede decir que la evolución de las
redes neuronales contiene información no solo en términos genéticos, sino
también una colección de conductas desarrolladas por los antecesores que puede
ser comprendida como la cultura.
Es entonces que cultura tiene una papel
primordial debido a que las adaptaciones en el entorno no siempre están
determinadas por códigos cerrados y por ende no pueden llegar a ser más fuerte
que los establecidos por la selección (incluidos los cambios en el entorno
social).
Esta idea ha
generado diversas líneas de investigación y una de ellas es justamente la
neuromodulación ambiental asistida.
El
proceso de Neuromodulación
El proceso de neuromodulación no es nuevo, surge de la
observación de que diversas clases de neurotransmisores en el sistema nervioso
regulan diferentes grupos de neuronas. A diferencia de la transmisión sináptica
directa en el que se requiere un proceso pre sináptico y otro post sináptico,
los transmisores neuromoduladores secretados por un pequeño grupo de neuronas
se difunden a través de grandes áreas del sistema nervioso. Algunos neuromoduladores son la dopamina, la serotonina, la acetilcolina, la histamina
entre otros.
Los neuro moduladores se segregan de manera natural como
respuesta a los contextos ambientales o bien pueden ser aplicados de manera específica
que es la línea que la neuro modulación ha desarrollado mayormente.
Sin embargo este artículo busca centrarse en la
aplicación de programas contextuales para la adquisición de aprendizajes
simples a partir de interacciones medioambientales para el tratamiento en los
trastornos del desarrollo, sin que éstos requieran implantes o procedimientos
clínicos.
¿Cómo
funciona?, rompiendo hábitos ambientales, creando hábitos personales
A diferencia de las terapias asistidas, ya sea de corte
conductual o cognitivo conductual, el proceso de neuro modulación se aplica en
los ambientes en el que él niño o niña se integra, esto es su hogar, la
escuela, o cualquier lugar donde se encuentre de visita.
El primer análisis del contexto consiste en los hábitos
familiares, los cuales muchas veces están cargados de frustración y desorden.
Se rediseñan ambientes y se crean
sistemas de hábitos en los que todos los miembros de la familia puedan sentirse
bien.
Una vez que se ha diseñado el conjunto de hábitos se
estudia lo que el menos es capaz de hacer
a diferencia de las terapias tradicionales que se enfocan en la dis capacidad, este modelo busca
observar el entramado cognitivo que permitirá la creación de nuevas tareas y
procesos.
Los
procesos sensoriales
Los padres o cuidadores se hacen cargo de un programa
diseñado exclusivamente para cada niño que tiene como meta el moldeamiento de
tareas específicas requeridas dentro del ambiente, por ejemplo, es común
encontrar retrasos en la adquisición del habla, pero comprensión del lenguaje
en los niños, en parte porque los padres, al notar el retraso en el desarrollo,
dejan de estimular a los niños y se vuelven traductores de los niños, por lo que se enseña a los
padres a estimular al niño, comenzando con palabras simples.
Una de las primeras palabras que se desarrolla fácilmente
es AGUA, se indica al responsable a que cada vez que el menor se encuentre
frente al estímulo se diga AGUA, y esto ocurre en diversas ocasiones y
contextos durante el día, por ejemplo cuando se lava las manos del pequeño, al beberla,
al momento del aseo diario, al principio solo se dice la palabra lentamente sin
que a meta sea que el niño la repita, tampoco importa si este pone toda su
atención ante el estímulo, la meta es que se escuche en el contexto la palabra.
En poco tiempo, los niños comienzan ya sea a intentar
usar la palabra o bien, son capaces de usarla de manera apropiada. Si se logra
la meta, entonces se inicia con adjetivos como AGUA fría, caliente, rica, fresca.
Uno de los errores es que se forcé a los niños a realizar
tareas que para el adulto puede ser simple, pero que para un sistema nervioso
que aún no integra estímulos se convierte en algo sumamente complejo, por ello
se modula la tarea, dividiéndola en subtareas partiendo
del supuesto de integración sensorial planificada.
Regresando el ejemplo de AGUA, éste concepto es una
sucesión de 3 sonidos acomodados de cierta forma, es un objeto, con forma,
textura y temperatura, por lo que se escucha, se ve, se siente, por lo que para
la aprehensión de la misma, primero se expone al pequeño al sonido, luego a la
vista y luego al tacto, de modo tal que el sistema sensorial es capaz de reconocer este estímulo de manera diferenciada y en caso
de que alguna área cerebral esté afectada, sea posible adquirirla por alguna
otra entrada sensorial.
Es así que la división de tareas es importante para la
comprensión y consolidación de estímulos, que se encuentran en el ambiente
inmediato y que permiten traspolar lo aprendido, ya que es común que en las
terapias de consultorio se aprenden conceptos que no son capaces de
reproducirse en otros ambientes.
En este caso es posible emplear diversos objetos que
aproximen de manera clara y relajada al niño al mundo que le rodea.
¿En
qué se diferencia este modelo?
Parte del supuesto de que todos los cerebros, sin
importar el grado de daño fisioanatómico son capaces de aprender bajo las
condiciones adecuadas, y el modelamiento controlado, dejándole libre para
explorar.
No existen respuestas correctas o incorrectas, si el niño
no es capaz de lograr la tarea, no importa, pues ya será capaz de hacerlo
mañana, ya que no existen ideales, cada niño es único.
El niño se adapta al ambiente y no el ambiente al niño.
Cuando se enseña a adecuarse al ambiente, existe menos tensión, frustración y
la calma permite mucho más que las terapias conductuales tradicionales.
La atención se moldea en tiempos mínimos, que comienzan
con 5 segundos, 6 segundos, 7 segundos y sucesivamente, no se fuerza al niño a
mantener la atención por periodos largos pues se sabe que esto no siempre
funciona y es frustrante. De este modo la atención es sostenida y eficaz sin
forzar las sensaciones.
La guía del terapeuta es importante, pues junto con
reportes semanales se permite ir construyendo el programa a seguir, pues éste
no es un modelo rígido, sino un entramado flexible que permite el aprendizaje modelado y acompañado. Las metas se plantean a corto, mediano y largo plazo.
No hay fórmulas mágicas, solo motivación para evitar el retroceso cognitivo.
No hay regaños, ni castigos, se aprende a apreciar los
logros por pequeños que sean y se construye con ellos una base sólida de
aprendizaje, a partir de hábitos que dan confianza al niño, ya que el centro de
ésta modalidad terapeútica es la idea de que SI se es capaz de aprender, a
partir de una dotación natural que busca la pervivencia de la especie.
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