Para continuar el recorrido iniciado por los anales
de la historia del estudio del cerebro, me permito proseguir con otro tipo de estudios que han permitido a la neuroanatomía experimentar transformaciones revolucionaria en los
últimos años.
Ese salto ha sido posible
gracias a la introducción de nuevas técnicas de formación de imágenes como son:
la tomografía computarizada de rayos X (TC, también llamada tomografía axial
computarizada TAC), resonancia magnética (RM) y tomografía de emisión de
positrones (TEP).
Con estas herramientas, es posible observar la estructura y
la actividad del cerebro con un detalle sin precedentes. Para los estudios
estructurales y volumétricos, el TAC y la RM revisten una importancia crucial (Allen,
Bruss y Damasio, 2005).
Sin embargo, esta
revolución neurotecnológica no comenzó de la nada, pues en 1783 al médico
apasionado de la anatomía Luigi Galvani, se le ocurrió emplear electricidad
para mover la pierna de una rana muerta, ¿cuál fue la relevancia de mover la
pata de una rana muerta?, pues con ello comenzó los esfuerzos por estimular y
visualizar la actividad neuronal que ahora es posible analizar en cerebros
vivos.
Muchos años más tarde,
en 1937, el neurocientífico Charles Sherrington pudo ver puntos de señales
luminosas en la actividad neuronal, esto sorprendió al fisiólogo español José
Delgado y en 1963 empleó ondas de radio para estudiar el cerebro de un toro.
Pero no fue sino hasta
1971 que los estudios sobre voltaje fluorescente comienzan a dar frutos, y para
1980 gracias a la tintura fluorescente
fue posible ver los cambios de la concentración de calcio que eran sintetizados
en una célula lo que abrió puertas para el estudio del cerebro a mayor escala (Miesenböck,
2008).
En este recorrido,
cabe mencionar a otro investigador que hizo aportaciones importantes al estudio
del cerebro, ya que no es posible olvidar a Korbinian Broadman, quien realizó
investigaciones que le permiteron distinguir 52 regiones cerebrales. Gracias a
sus estudios sobre citoarquitectura cerebral realizados sobre las características
histológicas y las definiciones anatómicas de diversos cerebros, actualmente se
conocen como las llamadas áreas de
Broadman que permitieron mapear el cerebro. Más tarde todas estas áreas han
sido asociadas con actividades con
funciones cerebrales (Kandel, Schwartz y Jessel, 2000).
Entre los
investigadores que dedicaron su tiempo a
la relación de las funciones con las áreas anatómicas de Broadmann se encuentra
Wilder Penfield, quién fue un neurocirujano canadiense y que durante las
cirugías que realizaba, estimulaba con una pequeña corriente eléctrica puntos
en la superficie del cerebro y preguntaba al paciente que sentía (esto era
necesario para determinar exactamente en qué región había que operar). Cuando
se estimulaban de esta forma distintas regiones del cerebro, el paciente podía
referir distintas sensaciones (Harrison, Ayling & Murphy, 2012). Por
ejemplo, cuando se estimulaba en el lóbulo occipital, el paciente veía
destellos de luz, si se estimulaba en la parte parietal, oía zumbidos, o notaba
cosquilleos en alguna parte de la piel, en otra región lo que sucedía era que
el paciente movía alguna parte del cuerpo.
A partir de estas observaciones
Penfield realizó un mapa de la corteza, en donde cada modalidad sensorial,
estaba representado en una parte de la corteza cerebral y encontró que no solo
había una región cortical para cada modalidad sensorial, sino que cada parte
del cuerpo tenía asignada su región en la corteza, pero en el lado opuesto del cuerpo, por
ejemplo el paciente respondía a un ligero estímulo eléctrico en la corteza
motora izquierda con un movimiento de la pierna derecha.
Con ello, sus
investigaciones hicieron posible reconocer las áreas en la superficie de la corteza
cerebral y relacionarlas con distintos procesos, encontrando en cada paciente
los lugares donde era posible encontrar un sabor específico, un recuerdo vivido
de la infancia o el fragmento de una largamente olvidada melodía (Sagan, 2003;
Shreeve, 2005; Library of archives of Canada, 2009).
Uno de los casos
reportados, es el de un paciente a quien se le practicó una cirugía cerebral y
afirmó, haber escuchado con lujo de detalle, la interpretación de una
composición orquestal cuando se estimuló un área especifica de su cerebro con
un electrodo. Otros pacientes, experimentaban una emoción concreta, una
sensación de familiaridad o el recuerdo pleno de una experiencia de la niñez,
todo en forma simultánea, pero no conflictuada con el hecho de estar en un quirófano
conversando con el cirujano.
Algunos pacientes explicaban estas remembranzas
como pequeños sueños, pero no
aparecía en ellos el simbolismo característico de la ensoñación (Shepperd,
2004).
En el caso específico
de la estimulación eléctrica sobre el lóbulo occipital, el cuál está
relacionado con la visión, un paciente
dijo estar viendo mariposas revoloteando a su alrededor, de forma tan real y
palpable, que aún recostado en la mesa de operaciones, extendió la mano para
atraparlas (Sagan, 2003).
Fue así como se
llegaron a mapear las áreas
cerebrales, y comprender mejor esas parcelas de procesamiento de información,
las imágenes y la tabla siguientes dan cuenta de toda esa investigación. Sin
embargo, aún cuando se han logrado aislar área y proceso específicos, aún no se
logra comprender como es que es posible llevar a cabo el procesamiento de la
información ni el almacenamiento y manejo de los datos que día a día nos
permiten comprender el entorno.
Referenciasnn
Allen, J.; Bruss, J. & Damasio, H. (2005)
Estructura del cerebro humano. Investigación
y ciencia. 23 – enero. 68-75.
Harrison TC., Ayling OGS.,
Murphy, TH. (2012) Disctinct cortical circuit mechanisms for complex forelimb
movement and motor map topography. Neuron.
72 (2) 397-409.
Kandel, E.; Schwartz J.H, Jessell, T.M (2000) Principles
of Neural Science. New York: McGraw-Hill.
Library
Archives of Canada (2009) Famous Canadian Physicians. (Disponible en red):
Miesenböck, G.
(2008) Lighting up the brain. Scientific
American. Vol. 299. Num. 4. 34- 43.
Sagan, C. (2003) Los dragones del Edén: especulaciones sobre
la evolución de la inteligencia humana. Barcelona. Crítica.
Sheperd, G. (2004) The synaptic organization of
the brain. Oxford, University press.
Shreeve, J. (2005) Cornina’s brain: all she is… is
here. National Geographic. Vol. 207.
num. 3. 6-12.
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